La sospecha de conspiración siempre ha rondado a los Estados Unidos -nación considerada la más poderosa del planeta- y con un liderazgo casi monopólico, ha logrado marcar la narrativa sobre la frontera del conocimiento en los principales campos científicos y tecnológicos.
Durante la segunda mitad del siglo XX el fenómeno OVNI fue adoptado por la cultura popular y no falta quien afirme y documente en un tono conspiratorio que: “Los Estados Unidos tienen un pacto ultrasecreto con una especie superior extraterrestre y gracias a ello reciben una suerte de “coaching” que los mantiene en “los cuernos de la luna…“
Curiosamente, podemos hacer un ejercicio de contraste, ya que México también fue un pionero en ufología, y no me refiero a mi cuate Jaime Maussan, sino a nuestro intelectual revolucionario, José Vasconcelos, quien vivió el fenómeno OVNI a fines del siglo XIX y que, posteriormente, lo describió en su libro autobiográfico Ulises Criollo, en 1935.
Siendo José un muchacho y mientras caminaba con su madre y sus tres hermanas por la frontera de Coahuila y Texas, un día… “empezaron a brillar unos puntos de luz que avanzando, ensanchándose, tornándose discos de vivísima coloración bermeja o dorada(…) No cabía duda; los discos giraban, se hacían esferas de luz; se levantaban de la llanura y subían, se acercaban casi hasta el barandal en que nos apoyábamos. Como trompo que zumbara en el aire, las esferas luminosas rasgaban el tenue vapor ambiente. Hubiérase dicho que la niebla misma cristalizaba, se acrisolaba para engendrar forma, movimiento y color. Asistíamos al nacimiento de seres de luz. Conmovidos, comentábamos, emitíamos gritos de asombro, gozábamos como quien asiste a una revelación.”
Lo antes citado, sucedió en los años 90 del siglo XIX y lo reflexionó -Vasconcelos- en 1935, cuando ya habían aviones y otras armas letales en guerras y revoluciones.
“En tantos años de lecturas diversas no me he topado con una explicación del caso, ni siquiera con un relato semejante, y todavía no sé si vimos algo que nace del concierto de las fuerzas físicas o padecimos una alucinación colectiva de las que estudian los psicólogos.”
Obviamente, Vasconcelos no había leído la novela de ciencia ficción escrita por H. G. Wells “La Guerra de los Mundos”, publicada en 1898, y es la primera que describe una invasión alienígena de la Tierra. Aunque Vasconcelos moriría en plena Guerra Fría; su relato es testimonio genuino de dos tiempos: cuando lo vivió y cuando lo escribió y en ambos cabe la idea de una civilización extraterrestre.
Hoy sí se requiere la certeza de la existencia de una civilización extraterrestre, por varios motivos. Una primera posibilidad es que necesitamos enfocar nuestro instinto agresivo fuera de nuestra especie para crear un lazo de unión entre nosotros, más allá de fronteras, idiomas, religiones o ideologías.
Otra posibilidad -que es por la cual la ufología es uno de los temas más vistos en internet- es que sirve de escape a ciertos estratos de la población de primer mundo, especialmente la estadounidense, cuya soberbia cultural no busca respuestas en otras naciones de las cuales cree que no tiene nada que aprender; Ya que definitivamente, las “respuestas” que busca no están o no pertenecen a este mundo.
Pero la más socorrida últimamente y la más irresponsable de todas las necesidades que tenemos de los OVNIS es… ¡Auxilio!… Nuestro planeta está a punto de vomitarnos… ¡Vengan a rescatarnos! Llévenos lejos de aquí en sus poderosas naves. ¡Abdúzcanos!… Mejor aún: abduzcan a nuestros mejores especímenes para continuar la raza humana en otro rincón del universo. !Por favor!