LA REVOLUCION JAPONESA EMOJI

LA CARITA SONRIENTE QUE CAMBIO EL LENGUAJE UNIVERSAL

Más rápido, más fácil, más directo… El espíritu del planeta web tiene su mejor representación en la neolengua que impera en las redes: hoy se habla en idioma “EMOJI”, las palabras son símbolos y las emociones son iconos. ¿Asistimos a la debacle del lenguaje escrito tradicional? ¿Este fenómeno es una revolución, o una regresión hacia los orígenes de la comunicación? ¿Quién diablos inventó la carita sonriente y qué tiene que ver Japón con ello? 

Vayamos por partes: las primeras representaciones de comunicación simbólica o proto lenguajes, como los jeroglíficos y los ideogramas, fueron comunes a las civilizaciones ancestrales; pero yéndonos aún más atrás, las pinturas rupestres cumplían con la función testimonial, didáctica y espiritual. Es ahí en donde el arte, el lenguaje, la tecnología  e inclusive la religión tienen su raíz común. 

El lenguaje, ese  sistema de signos que da identidad a cada cultura,  es un ente vivo en constante transformación. Su proceso de hibridación es imparable y los factores que inciden en su evolución son la tecnología, la geopolítica y la transculturización.  

Una vez más -como en el tiempo de la invención de la imprenta- la  tecnología está propulsando el cambio, y a partir de la expansión global de la web, el lenguaje escrito ha tenido que adaptarse a la velocidad, inmediatez y ubicuidad de las redes y de sus usuarios. 

En este sentido para contextualizar, los e-mails, nació la neolengua “Emoji” y su uso se extendió rápidamente en la cultura web como un potente generador de emociones. Lo cual  tiene sustento psicológico en el hecho de que, si observamos simbólicamente una cara sonriente, se activa la misma área cerebral cuando ve sonreír una persona.

El japonés Shigetaka Kurita, es el responsable histórico de crear en 1999 los primeros 176 emojis,  a petición de la empresa NTT Docomo y su inspiración fue la simbología pictográfica que caracteriza a la cultura oriental. Esta corriente nipona llega a su mayor expresión con el surgimiento de los kaomojis (顔文字) o caracteres gráficos dentro del teclado simbólico, los cuales tenían la intención de manifestar reacciones, sensaciones y emociones auténticas, como si de un rostro humano se tratara. 

Oriente invade a Occidente por la vía semiótica. Es curioso, pero la última edición del diccionario de la RAE incluye la palabra “emoji” en sus páginas; y en el año 2015 la “palabra del año”, para el diccionario Oxford, no fue precisamente ¡una palabra!, sino una carita emoji con lágrimas de felicidad. Y tanta felicidad ¡no es para menos!, pues el humilde origen de la “happy face” o carita sonriente, se remonta a 1963, cuando el publicista norteamericano Harvey Ball recibió como pago por su diseño ¡45 dólares!

Hoy en día, se calcula someramente que en los 41 mil millones de mensajes diarios, generados en las redes sociales, hay algo así como 6 mil millones de caritas sonrientes, tristes o enojadas, integradas e interactuando socialmente. 

Los puristas académicos fruncen el ceño al percibir estas nuevas formas de comunicación juvenil, y argumentan “que el lenguaje está siendo coartado de manera indulgente y vulgar”; pero como usuario de este nuevo lenguaje puedo decir que no es nuestra intención denigrar el lenguaje ni barbarizar la comunicación; simplemente somos protagonistas del cambio generacional y nos estamos adaptando con total libertad a los signos de los tiempos, y ese tsunami, es imparable. 

Es curioso, pero al observar las pinturas rupestres encontradas en casi todos los continentes, su mensaje es claramente comprensible a 40 mil años de haber sido pintadas en las paredes de las cavernas. 

Lo mismo sucede con los emojis y quizá este sea su mejor mensaje, pues ahora una carita sonriente o una mano con el dedo pulgar en alto, son ese “lenguaje universal” que conecta a todo un planeta sin distinción de edad, condición social, etnia o país de origen; demostrando prácticamente que una imagen dice más que mil palabras. 

A mi tan solo me queda decirles: 👍 🤣 😘

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