MADRE SOLO HAY UNA… Y ES BIPOLAR

DE COATLICUE A GAIA Y DE LUCRECIO A SAGAN, ELLA ES NUESTRA MADRE COSMICA

El concepto que relaciona a la mujer con la Tierra, la naturaleza y maternidad, es tan antiguo como el surgimiento de nuestra civilización.   

En Europa y Asia se han encontrado figuras de marfil, hueso o piedra llamadas “Venus Paleolíticas”, que representan a mujeres de anchas caderas, piernas robustas y senos prominentes, y que datan de hasta 38,000 años A.C., durante la era glaciar de Würm. 

El  porqué de estas figuras ha desatado un debate científico, pues mientras algunos afirman que simbolizan a la fertilidad y el ciclo de la naturaleza, para otros son parte de un ritual de supervivencia, que invoca tempranamente la protección de una entidad superior  ante la hambruna.

En un afán por descubrir, comprender y representar nuestro lugar en el cosmos, surgen símbolos universales en el arte, la ciencia y la   religión, que tienen como protagonista a una figura femenina. Ella, dio origen al  universo iluminando,  la oscuridad  del caos, suyo fue el poder de engendrar tanto a los dioses como a los hombres; ella, es la tierra, la naturaleza cuyo ciclo interminable transcurre entre la vida, la muerte y la resurrección.    

Las deidades madre son una constante cosmogónica. Entre ellas podemos mencionar a Tiamat, diosa babilónica del caos y de la creación; Isis, diosa egipcia llamada también la “Fuerza fecundadora de la naturaleza”; Gea, diosa griega que representa a la Tierra, y es elemento primordial del que surgieron la razas divinas;  Yemayá,  diosa yoruba, adorada en el oeste de África, considerada como la madre de todos los hijos en la tierra; o Pachamama, la Madre Tierra,  diosa de la fertilidad, la siembra y la cosecha, quien encarna las montañas, pero provoca los terremotos.  

En nuestro México ancestral la idea de una diosa madre primordial es también un común denominador, y entre las tres deidades más importantes de la cultura prehispánica podemos nombrar a Ixchel, diosa maya de la luna, la fecundidad, del parto y de la salud; a  Takutzi Nakawe, diosa huichol llamada “Nuestra Abuela Carne Vieja”, madre de todos los dioses y de la vegetación; pero de forma muy particular a Coatlicue, “la de la falda de serpientes” diosa mexica madre de todos los dioses.  Es importante mencionar que alrededor del mito de Coatlicue, se construye una poderosa dualidad la cual es la mejor representación de la naturaleza y el universo, ya que, al mismo tiempo que diosa y madre bondadosa de cuya matriz nace todo lo vegetal es un monstruo insaciable que devora todo lo que vive, e incluso los cuerpos celestes no están a salvo de su apetito destructor. 

Sin lugar a dudas su bipolaridad es manifiesta, pero reveladora,  y esta característica dual ha evolucionado hasta nuestros días, en donde como parte de una cultura ecologista, se revaloriza la relación entre el hombre y la madre naturaleza desde un punto de vista holístico.

Sin embargo, existen dos versiones de este ecosistema planetario que se contraponen, pues mientras los seguidores de la hipótesis Gaia formulada por el científico James Lovelock, idealizan a la madre naturaleza como una perfecta gran proveedora de vida;  en contraposición, la hipótesis de Medea (personaje mitológico griego que se vuelve contra sus hijos) impulsada por el astro-biólogo Peter Ward y sustentada por el cosmólogo Carl Sagan, argumentan  que el ciclo autodestructivo de la naturaleza es irreversible e imparable. ¿Madre proveedora o madre letal? Lo cierto es que nuestra madre tierra-universo-naturaleza-mujer, es solo una y es la única que tenemos y debemos cuidar; pero también debemos cuidarnos de su muy justificada y poderosa furia, pues como apunta en su obra  De Rerum Natura el filósofo, poeta y relator temprano del atomismo, Tito Lucrecio (Roma, 99 a. C. – 55 a. C.), “la naturaleza nada aniquila, sino que reduce cada cosa a sus cuerpos primitivos… pues con la muerte de unos, a otros engendra”, y ya estamos advertidos…

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