VUELTA AL ORIGEN, A LA MATRIZ SAGRADA

CUANDO LA VIDA DA Y QUITA

Muchos de nosotros llegamos a una edad, después de ciertas etapas en la vida (sobre todo al haber engendrado) cuando la muerte deja de ser un temor, para convertirse en una lección. 

No ha sido gratuito que hoy proliferen diplomados o cursos de tanatología, cuyo fin principal ha sido enfrentar la cercanía de la muerte, sobre todo en la reciente pandemia, pero también quienes los toman han hallado un sentido a la propia existencia. 

Tales conocimientos remiten al creador del Psicoanálisis, Sigmund Freud, quien describió las pulsiones de vida (Eros) y las pulsiones de muerte (Thanatos). El Eros describe el sentido competitivo y egoísta del ser humano en su juventud, que lucha por la prevalencia de su simiente, sobre todo entre los masculinos. Por su parte, el Thanatos, se refiere al sentido de sacrificio que experimentamos por nuestros hijos. Este sentido lo aplicamos luego a otras conductas como la resignación y la nobleza, por supuesto se requiere mucha maduración sobre todo de los masculinos, nada fácil. 

Mientras el Eros disfruta causando dolor (sádico) el Thanatos disfruta el propio y hasta el ajeno (masoquista). Eros es un ganador social pero perdedor moral, y viceversa; Thanatos es un perdedor social, pero ganador moral. Eros: híper hormonal, agresivo, fuerte y productivo. Thanatos: hipersensible, suave, tierno y poco productivo. Eros: humor simple, ligero, irreverente y superficial. Thanatos: humor sarcástico, irónico, tiende a lo solemne y lo profundo. Como quien dice: Eros vive hasta que Thanatos quiere. 

En la dramaturgia, esta dualidad sirve para crear un protagonista: Eros, que al emprender una misión comprenderá valores del tipo Thanatos como el sacrificio, la amistad, la solidaridad y hacia allá cambiará. De hecho, las mejores historias requieren mirar desde lo alto del Thanatos, porque generalmente descubren un incomprendido sacrificio y obtienen una justa revancha. ¿Qué es el Nuevo Testamento sino el mayor sacrificio por la humanidad? La historia más conmovedora jamás contada. ¿Qué no podía decir la abuela muda de Pepe el Toro? ¡La justicia! 

Si Eros es explosión de vida, Thanatos es implosión satisfecha y en dulce partida. ¿Qué son los hoyos negros sino el futuro de las estrellas; la materia derrumbándose hacia su interior que alguna vez estuvo en expansión? Vivimos por nuestros deseos y la muerte comienza al satisfacerlos. 

La (madre) vida da y quita; un principio que las culturas mesoamericanas comprendían perfectamente, por lo que una acrópolis terminaba sus funciones y antes de abandonarla era sepultada, real y ritualmente, como Teotihuacán… O el misterioso abandono total de la civilización maya, sin que los españoles encontraran una sola ciudad en pie… (Vaya aberración de Mel Gibson en  Apocalypto, 2006)… Peor aún, la huida del pueblo de Machu Picchu por el río Vilcanota, con todo su oro, hacia la profundidad del Amazonas. 

Hoy es común decir que la actual civilización occidental se niega a morir y exalta el Eros: los placeres, los excesos, el aquí y el ahora; rezagando el conocimiento y el sentido de la vida del Thanatos. Pero no estemos tan tranquilos, porque la comunidad científica nos recuerda nuestra fragilidad desde 1947 con el Reloj del Apocalipsis, un instrumento nacido gracias al poder de las armas nucleares, pero que ha agregado guerras y cambio climático, entre muchos otros factores de verdadero riesgo… Pues bien ahora, según ellos, estamos a 100 segundos de la medianoche del fin del mundo. ¿Volveremos así al origen, a nuestra madre, para reaprender y volver a nacer?

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