LA CRUZ DE SOR JUANA: MUJER, INTELECTUAL, LESBIANA Y FEMINISTA.

ESTO NOS LEGÓ Y ENSEÑÓ A TODAS.

La importancia de su trabajo como intelectual y poetisa ha traspasado generaciones. Juana Inés era una mujer adelantada a su época, que para colmo, resultó “problemática” para su tiempo. ¿Su Cruz? Ser una mujer intelectual, lesbiana y feminista. 

Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana​, ​más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz o Juana de Asbaje, es considerada una de las más grandes poetas latinoamericanas, una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres y, según algunos estudiosos de su vida y obra, la primera escritora feminista lesbiana de América del Norte. 

Su rostro plasmado en nuestra moneda nacional, es un tributo a la mujer brillante que también luchó por la igualdad de género y aceptó llevar una vida de convento sólo para poder escribir y tener acceso al conocimiento. Nacida fuera del matrimonio en el poblado Nepantla, Estado de México, en lo que entonces era la Nueva España, su fecha de nacimiento sigue siendo una discrepancia, pero lo que jamás lo ha sido, es el rol que desempeñó siendo una niña ingeniosa e intelectualmente dotada a la que le encantaba aprender. Las niñas de su época rara vez recibían educación, pero ella aprendió a leer en la casa llena de libros de su abuelo. Hablaba náhuatl, español y después latín.

Considerada por muchos como la décima musa o “Fénix de América”, experimentó momentos cruciales que la describen como una verdadera heroína. Cuando tenía 16 años, pidió permiso a sus padres para disfrazarse de varón y poder asistir a la universidad, que no aceptaba mujeres. Ellos se negaron y, en cambio, ingresó al convento en 1667.

Ingresó a la corte del virrey Antonio Sebastián de Toledo; marqués de Mancera y la virreina, Leonor de Carreto; la convirtió en su dama de compañía, de esta forma, pudo acceder a tertulias con intelectuales del momento. Acondicionó su cuarto de monja como un salón donde era visitada por la élite intelectual de la ciudad, y fue ahí donde conoció a la condesa María Luisa de Paredes, virreina de México. Las dos se hicieron amigas apasionadas, y fue de ella de quien se dice, Juana estuvo enamorada. María Luisa inspiró a Sor Juana a escribir poemas de amor. “Que eres una mujer lejana, no es obstáculo para mi amor, para el alma, como bien sabes, la distancia y el sexo no cuentan”. Estos versos son una prueba en donde se puede leer que le habla a Lisi, apodo cariñoso para la condesa. 

Las autoridades eclesiásticas reprimieron a Sor Juana, no por su poesía lésbica, sino por “la respuesta” que dio al clero en defensa los derechos de la mujer. La estudiosa Rosa Perelmuter analiza diversos rasgos de su poesía, pues en esta misma línea, expresa un relativo rechazo por los varones de donde concluye que Sor Juana privilegió siempre el uso de la voz femenina en su poesía, a fin de lograr una mejor recepción y crítica de su obra.

Ella luchó por la igualdad de los sexos y por el derecho de la mujer a adquirir conocimientos. Es así como el legado de Sor Juana va más allá de una monja estudiosa, pues fue una mujer de pensamiento liberal que logró posicionarse dentro del llamado Siglo de Oro de la Literatura junto a Juan Ruíz de Alarcón y a Carlos de Sigüenza y Góngora. Ella fue la representante femenina que destacó en pleno siglo XVII en la literatura novohispana, donde mostró su gran amor a las letras.

El fin de su gran aporte a la literatura se acabaría entre 1690 y 1691, cuando se vio involucrada en una disputa teológica, luego de criticar un sermón del famoso predicador jesuita António Vieira sobre las finezas de Cristo. “Carta atenagórica” es el texto que le costó ser amenazada por la Inquisición. A partir de toda la polémica que generó, fue silenciada y se le prohibió escribir durante los últimos tres años de su vida; pero algo que jamás se podrá silenciar es la lucha de una mujer transgresora que traía bien puesto… el hábito de ir en contra de las mentes pequeñas, discriminatorias y asustadizas.

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