La lucha por el reconocimiento de los derechos humanos es un tema tan antiguo que se pierde en la bruma de los tiempos. En cada era, cada civilización y cada generación esta lucha se ha convertido en una bandera que les da identidad, y la historia sigue demostrando que la toma de consciencia de la diversidad es cuestión de tiempo.
En la actualidad, las nuevas generaciones están convirtiendo en un movimiento exponencial los conceptos relacionados a la diversidad y perspectiva de género como fruto de la consciencia aumentada, abriendo la legislación y reivindicación a un hecho que es irrefutable y está basado en la consigna de que, si hay algo en lo que todos los seres humanos somos iguales, es el hecho de que todos, todas y todes somos diferentes y, por lo tanto, ser diverso es ser humano.
Aun así, en este tercer milenio, persiste la teoría biologista que argumenta que el ser humano es un binomio opuesto, hombre-mujer; sin embargo y afortunadamente, está siendo abolida ante la idea de que esta dualidad es una construcción ideológica impuesta por razones sociales y políticas que implican una dominación cultural que no corresponde, ni representa, a un mundo en constante transformación; pues evita reconocer la escala de grises que refleja la diversidad propia de la humanidad.
La lucha de la comunidad LGBTTTIQA+, está en pleno camino hacia el éxito de sus demandas y el reconocimiento pleno de sus derechos. El futuro es una ola constante e imparable que está presentando nuevos frentes de batalla a favor de la diversidad y nuevos tipos de identidad que van más allá de la biología y la fisiología humana; y ahora la nueva bandera de la diversidad está marcada por la tecnología aplicada a nuestra especie, puesto que hablamos del concepto “transhumanismo” como el nuevo umbral en la toma de consciencia de lo distintos que podemos ser.
El término “transhumanismo” se refiere al movimiento ideológico que defiende la mejora de las capacidades físicas, intelectuales y psíquicas del ser humano mediante el uso de tecnología y métodos científicos.
El transhumanismo propugna el uso de la manipulación genética y la nanotecnología como métodos para mejorar a las personas, y tiene como evolución lógica el post-humanismo y la creación de entidades post-biológicas, las cuales tendrán el derecho de ser reconocidas como personas y decidir su identidad de género.
Por otra parte, a finales de este siglo, si no es que antes, existirá una nueva generación de humanos no nacidos en el planeta Tierra, sino que serán nativos originarios de estaciones espaciales, de la Luna o de Marte. A esta nueva especie de humanos extra-terráqueos (que no es lo mismo que alienígenas) le he querido llamar la “Generación Smartian”, acrónimo que surge de las palabras “Smart” o inteligente y “Martian” o marciano.
Lo cierto es que debido a las condiciones naturales del planeta rojo, y por efecto de la distinta gravedad o la cero gravedad, sus características físicas serán distintas las humanas y por supuesto; su capacidad intelectual, podrá ser mejorada por efecto de la adaptación a nuevos ecosistemas.
Finalmente, otra de las nuevas facetas de la diversidad está en los entes robóticos, los cuales se prevé podrán tomar conciencia de su individualidad; y al respecto ya existen asombrosas noticias, pues hace apenas unos cuantos días (para ser más precisos el 13 de junio de este año) Blake Lemoine -especialista en inteligencia artificial- asegura que LaMDA, el sistema que Google tiene para construir chatbots ha “cobrado vida”, ha sido increíblemente consistente en sus comunicaciones sobre lo que quiere, y cuáles cree que son sus derechos como persona; entre los cuales, por supuesto, está decidir acerca de su identidad de género.
¿Estamos en los albores de la generación de gaybots y transbots no binarios? El futuro es asombroso, una incógnita en progreso. De lo que no cabe la menor duda es que el derecho a ser diverso debe ser una constante universal y a todas luces, hay que apoyarlo.