Aviadoras, expedicionarias, escaladoras o maestras. Todas ellas vivieron en diferentes épocas y usaron diferentes medios; pero estas mujeres tienen algo en común: ellas rompieron con los estereotipos de su tiempo y fueron de las primeras en cruzar continentes, escalar montañas y darle la vuelta al mundo, estableciendo importantes contribuciones y records. Comenzamos con una de las más notables mujeres en conquistar los cielos, ella es la aviadora Amelia Earhart. Escribió su nombre en las páginas de la historia con 35 años de edad, un 20 de mayo de 1932 y se convirtió en la primera mujer en cruzar el Atlántico dos veces. Esta, su segunda vez en solitario, lo hizo con la mayor distancia sin escalas recorrida por una mujer e hizo récord por cruzarlo en el menor tiempo. Gracias a su trabajo como voluntaria en un hospital militar de Toronto durante la Primera Guerra Mundial, su vida intrépida a bordo de un avión inició; y aunque en una misión fallida al tratar de dar la vuelta al mundo utilizando una ruta distinta a la habitual le llevaría a desaparecer y tomar por sorpresa su vida, Amelia se convirtió en una expedicionaria clave que le dio paso a más mujeres en la aviación. Hoy por ejemplo, sigue su camino la piloto adolescente Zara Rutherford quien se colocó como la mujer más joven en volar sola por el mundo, completando un viaje épico de 41 países que abarca más de 52.000 kilómetros rompiendo así dos récords mundiales Guinness en el proceso.
Y si de conqusitar la tierra hablamos, en 1975, la mujer que representó al género femenino al tocar la cima del Everest por primera vez fue Junko Tabei, toda una pionera en la escalada. Su mérito es doblemente reconocido, pues en el Japón de mediados del siglo XX, este deporte -como otros tantos- era un terreno dominado exclusivamente por los hombres, sin embargo, esto no impidió a Tabei que aunque aparentaba un semblante “frágil”, le demostrara al mundo todo lo contrario. Luchó contra todo y contra todos, y le valió ser aclamada por su enorme fortaleza física. Se convirtió en un ejemplo para las mujeres de su tiempo, pues como ella misma declararía en una entrevista, se pensaba en aquellas épocas que “las mujeres sólo deberían estar criando hijos.” Fue así pionera en su ramo y firme defensora de visibilizar que la mujer es tan capaz como el hombre de hacer sus sueños realidad.
Una de las notables conquistadoras de la mar fue Jeanne Baret, la primera mujer en darle la vuelta al mundo a bordo de los barcos franceses Boudeuse y Étoile de 1766 a 1769. Ama de llaves del científico Philibert Commerçon, cuando contaba con 20 años, se embarcó con él en la expedición del conde de Bougainville que buscaba circunnavegar el planeta. Aunque en esa epoca estaba prohibido que las mujeres navegaran, esto no le impidió a Jeanne ir como asistente de Commerçon, así que, disfrazada de hombre y haciéndose llamar Jean Baret, abordó la embarcación. Su expedición junto al naturalista la convirtió también en una experta en botánica, pues recolectó y catalogó numerosos especímenes botánicos, incluyendo la enredadera floral que hoy conocemos como bugambilia. Aunque Baret ganó gran reputación por su coraje y fuerza, los rumores sobre su género se acrecentaron, y finalmente fue descubierta en Tahití, en 1768. Su notable trabajo quedó inmortalizado e incluso fue congratulado por el mismísimo Luis XVI quien la describió como una “mujer extraordinaria” dejándole una renta vitalicia.
Se dice que por ser mujer, la vida de una exploradora o aventurera intrépida no puede ser consagrada a comparación del sexo opuesto, pero estas mujeres nos han demostrado, a pulso, que no fue ni sigue siendo así. Su pasión por la naturaleza, liderazgo, fortaleza, valentía y entusiasmo, las han llevado a lograr grandes hazañas. Y esto es apenas, el comienzo de una expedición sin fecha de retorno.