MARCO POLO,  EL  VIAJERO  QUE CONECTO AL PLANETA

LA EXPEDICION QUE INSPIRO LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS

El calendario – del latín “libro de cuentas”- llega a mitades de año y se reconfigura: corre con los días largos, las noches cortas y oscuras. Los viajes vacacionales abundan, la familia se reencuentra y la rutina burda y lenta, se obstina en entregarse a la niebla de la fiesta. Las tensiones del trabajo rutinario cesan por un momento; pues nadie quiere perder un verano en el tiempo. 

Como sea que se viva el verano, inerte a nosotros vive esa masa de ilusiones de descanso, y el tiempo se presta para el ocio como nunca antes. Es por eso que, para evitar cerebros fritos por el aburrimiento, daremos testimonio de uno de los más grandes viajeros de la historia. Un hombre que anidó en los rincones más inhóspitos del invierno; así como los idilios casi permanentes del verano. Un explorador tocado por la gracia divina que dejaría plasmadas crónicas y aventuras que, a más de uno, harían soñar con viajar y vacacionar allí.

Los viajes de Marco Polo, El libro de las maravillas o Il Millione –en su versión original-, es un libro que aglutina una serie de narrativas respecto a las exploraciones fantásticas del mercader veneciano. La obra abarca desde su nacimiento en 1254, hasta su defunción en 1324.

El contexto que sitúa a la Italia septentrional de inicios de siglo XIII, es un marco ilusorio de progreso y abundancia, que se debió en gran parte al brillante arte del comercio: circundante al Mediterráneo y medianamente contiguo a “La Ruta De La Seda”. 

La empresa de la fraterna compañía, fundada por su padre Niccolò Polo, sirvió de antecedente familiar para la consolidación de uno de los más grande viajeros de toda la historia. Pues ya a su corta edad, Marco Polo escuchaba las historias más deslumbrantes de su padre: expediciones de comercio de especias, telas y joyas, sobre todo, para con los Kanes más importantes del imperio mongol, como Berke Kan de la Horda de Oro, o el nieto del gran Gengis Kan, Kublai Kan, rey del palacio veraniego de Xanadú. 

Por órdenes del archidiácono ascendido a papa, Gregorio X, el primer viaje de Marco Polo junto a su padre Niccolò y su tío Maffeo, tendría como objetivo visitar las Tierras Santas de Jerusalén para llevar al Gran Kan un puñado de cartas y las más finas gotas del aceite de la lámpara del Santo Sepulcro.

Partieron de una Venecia recién segregada por las cruzadas, atravesaron Bagdad en Mesopotamia, cruzaron Tabriz en Persia y finalmente embarcaron del Estrecho de Ormuz por la Ruta De La Seda, con dirección a Catay (China). Durante sus peregrinajes en diferentes escalas, Marco Polo aprendió y registró el legado y costumbres de los pueblos que atravesó, escribiendo los primeros bocetos de una gran etnografía universal. 

Marco Polo visitó cada rincón exótico del lejano oriente: ayudando a conquistar al Gran Kan, territorios de gran jerarquía. Marco registró crónicas fabulosas de las conquistas de China, Vietnam, Birmania, así como relatos fantásticos por los recovecos inimaginables del Tíbet; y hasta dando a conocer a Occidente, los primeros registros de la isla de Cipango (Japón).

A su regreso, los Polo atravesarían de nuevo por Persia a Constantinopla y finalmente a Venecia. Sin embargo, llegando a casa, se encontraron una Venecia subyugada por el reino de Génova. Irónicamente y a pesar de su experiencia en el arte de la guerra, Marco Polo cayó prisionero en una batalla por la emancipación de su verdadero hogar. 

Fue justo en este tiempo, tras los barrotes, que Marco Polo se dio a la empresa de dictar sus vivencias a su compañero recluso, el escribano Rustichello de Pisa. Este último embelesado por los versos, cimentó el legado de lo que hoy conocemos como El libro de las maravillas, la obra literaria que inspiraría  a Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Vasco de Gama y los grandes expedicionarios que darían inicio a la Era de los Descubrimientos y el fin de la Edad Media.

Así que ya sabes, si no tienes boleto para un verano de meditación en el Lejano Oriente, puedes empezar por adquirir el libro de Los Viajes de Marco Polo.

Hoy, como hace casi 8 siglos, es un libro de las maravillas.

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