SUEÑO DE UN DIA DE VERANO… VIRTUAL

LAS VACACIONES DE MI VIDA EN UN FUTURO UTOPICO

Verano, año 2050.  El día de hoy estoy saliendo de vacaciones de la CDMX y lo haré a través del  modo cuántico; o sea, a través de la  realidad ultra aumentada ¡pero muy divertida!    

Para ello decido trasladarme al  HYPER INTLET PARK del moderno desarrollo  Future City Land,  que está aproximadamente a 35 minutos de donde me encuentro. 

Afuera de mi casa me espera, un servicio de taxi volador completamente automatizado, que flota sobre una pista multifuncional que vincula el área suburbana donde vivo, con la red integral de vías loop de la zona metropolitana. 

Este transporte es muy amable y me dice: “Muy buenos días, mi nombre PP-2020, bienvenido a nuestro servicio de taxis U-GO. Nos dirigimos hacia la Torre Panóptika, el portal de lanzamiento para los viajes turísticos, médicos, espirituales o de negocios”.

Subimos por el Aeroférico y cruzamos una serie de puentes y desniveles; puedo ver a través de las ventanas del Auto Bot  que nos conectamos con la viva ultra rápida, y observo las gigantescas unidades de rascacielos que simétricamente parecen estar tocando el cielo. La antigua CDMX se ha convertido en una megalópolis que reúne a varias ciudades en una sola. Y desde las  alturas  veo  el Valle del Anáhuac, la nieve perenne del  Popo, el Izta,  y la cordillera del Ajusco. La vista no puede ser más asombrosa. 

Me bajo del Auto Bot, cruzo el amplia área de recepción y accedo a los lectores de identidad retinal. Acto seguido, los edecanes robóticos  me entregan  dispositivos de hiper realidad sustituta que proyectan la imagen virtual del HYPER INTLET PARK.

Como visitante tengo la opción de recorrer libremente cualquier espacio: edificios, plazas dispersión, puentes y túneles que integran el parque en diversos bloques de construcciones simétricas, diferenciadas por colores y ambientes, en donde hay atractivos parques de diversión temáticos con pistas de hielo, un gran slalom olímpico, un área de deportes extremos reales y virtuales, infotecas, neutorecas  y museos de hiperrealidad aumentada.

Aquí puedo acceder a un acuario monumental con megalodontes recreados genéticamente, un estadio esférico para cualquier e-Sport que se practique en viajes digitales, lucha libre AAAA (humano-robot) y un mega auditorio inmersivo, teatros con escenarios  de 360 grados y muchísimas atracciones más.  

En el  Hyper Inlet Park  puedo conocer lugares que son patrimonios culturales de la humanidad y otras maravillas universales, como Taj Mahal, Nazca, Chichen Itzá y Palenque; o los Montes Rook de la Luna o el Monte Olimpo de Marte. El turismo virtual se da a través de los portales cuánticos a los que se accede desde diferentes salas temáticas, como la  Leonado Da Vinci, donde los viajes son de carácter holístico, y el reinicio es biomecánico. 

Otra de las salas más visitadas es la HOWARD HUGHES en sus modalidades de turismo boutique, en donde puedes asistir a la concierto de cualquier artista pop antaño en su versión virtual.

La sala STEPHEN HAWKING es para quienes se han decidido vacacionar o jubilar su propio cuerpo y trasladar su data mental a un modelo robótico. La sala EMOJI es donde lo viajeros de nuevas generaciones coinciden, y aquí se pueden teletransportar hacia destinos gamer, deportes extremos digitales y hasta planetas mágicos.  

Por esta última sala desciendo rápidamente hacía  mi sitio favorito: las playas virtuales de Bora Bora. Aquí también la tecnología está presente en todo el entorno y la experiencia inmersiva abarca todos los sentidos; el aroma marino, el gusto salobre y el audio ambiental tienen acentos oceánicos, y una delicada ingravidez dimensiona y magnifica la sensación de estar a la deriva en una playa desierta sin presencia humana.

Aquí es donde me pongo a pensar que una de las maravillas del futuro  es poder viajar sin restricciones hasta el sitio donde mejor te parezca. 

No cabe duda que viajar cambia tu  vida, pero hacerlo de manera hipervirtual es regalarte una experiencia inmersiva por los mejores paisajes de tu mente y espíritu. Y mientras saboreo una piña colada –esta sí muy real- sonrío para mis adentros y me pongo a escuchar el oleaje de mi propia mente en el mejor verano de mi existencia… ¡Esto  si es vida!

Comparte