LA REBELION DE LOS KILLBOT HA COMENZADO

LAS MENTES CRIMINALES DETRÁS DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL GENOCIDA

En la inmensa oscuridad del espacio cósmico  una nave de extraño aspecto enciende sus luces interiores  y  un navegante androide con una extraña mirada de tintes rojizos opera la computadora central mientras con unos raros caracteres reinicia la bitácora de viaje. Por los amplios ventanales  se observa a la lejanía un planeta que aun conserva su color azul,  pero en su superficie se pueden ver los  rastros de un cataclismo generalizado, y las huellas de conflicto nuclear. El planeta agoniza rodeado de los restos de naves destrozadas, muchas de ellas aun en ignición.  En la nave que escapa de la gravedad del planeta Tierra, el androide logra comunicase con la computadora central y revisa digitalmente  el preciado contenido genético con el que pretende buscar un nuevo planeta virgen con capacidad para reiniciar la vida. El androide escribe en la bitácora : “El virus llamado humanidad ha sido eliminado completamente. Velocidad Warp activada,  hibernación cuántica  en proceso. Destino final fijado en la Constelación de Orión. Llegada en 4 años luz, Misión cumplida,  la nave Génesis  corta su transmisión …”.

Este breve relato distópico y apocalíptico muy bien podría ser el final, o el inicio de alguna novela, film o serie de ciencia ficción; pero  como ha venido sucediendo desde que este género se creó, también podría ser una visión realista no solo de lo que podría sucedernos como humanidad, sino que de hecho y pese a todos los augurios que históricamente se nos han anunciado, en algún momento de nuestra evolución tecnológica la construcción de robots “inteligentes“ -o killbots- destinados a  la guerra podría ser el Armageddon que marcaría la debacle y el  fin de nuestra especie planetaria y de la tercera roca del  sistema solar. 

El  hecho es que la trama de este relato ha sido replicada una y otra vez y es  un tema que refleja nuestro miedo a ser víctimas de nuestros propios aparatos robóticos, cuando estas tomen conciencia  y se rebelen, o como se apunta en la Biblia “al pecado de compararnos con Dios y transgredir sus leyes creando vida artificial”. Y es que ya en los textos sagrados  y los relatos mitológicos existen  referencias a esta lucha entre la tecnología humana y la inspiración divina; y los ejemplos de ello los podemos tener como  referencias en el texto hindú “Los Vedas“ y la conflagración atómica que sucede en los cielos, en las leyendas sumerias; en el  robot griego Talos que cuidaba la isla de Creta; o  en el hombre de barro Golem de la tradición judía. 

Pero cuando surge la cinematografía, la amenaza de la rebelión robótica o los entes Killbot nace con una de los filmes trascendentales del futurismo con guiños de oscura advertencia, y se trata de la genial “Metrópolis” de Fritz Lang en donde el robot femenino  “María” no solo ejemplifica a la inteligencia artificial mal aplicada, sino que, a manera de metáfora, nos advierte de lo atractiva y letal que puede ser si se rompe la primera ley de las 3 enunciadas por Isaac Asimov: “Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño”.

Y la lista de filmes es tan amplia como diversa, y abarca prácticamente a todo tipo de público, pues va desde los relatos infantiles como “Pinoccio” el autómata que reniega de su creador, o Wall-E el entrañable robot que le da sentido a nuestra humanidad “basura”; pero también están las terroríficas encarnaciones de la dicotomía maldad/bondad robótica en Transformers, Terminator o Robocop, la trasgresión entre las fronteras humano-robot perfectible en Her, Nirvana, Animatrix, Colossus, Ex Machina ,Alphaville o I Robot; y por supuesto la  obra maestra de Stanley Kubrick “ 2001: A Space Odissey” la cual va más allá de la clásica aventura épica espacial y a través del personaje computarizado “HAL 9000” nos hace reflexionar acerca de las oscuras mentalidades  que hay detrás de quienes crean la inteligencia artificial; pero también trata acerca de lo intrínseco que esta resultando nuestra cada vez más notable interacción con las máquinas pensantes, pues según  algunos científicos creyentes y postulantes de la teoría de los “alienígenas ancestrales”, nosotros,  la humanidad somos fruto de una intervención genética robótica que nos mejoró artificialmente y nuestro  inicio  y fin esta marcado por nuestro “naturaleza  tecnificada”. Será cierto que “el hombre es el lobo del hombre, o el robot de sí mismo…” El tiempo y los algoritmos nos darán la respuesta…

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