NUESTRA FASCINACIÓN POR EL LADO OSCURO

LA LETRA CON SANGRE FRIA SÍ ENTRA

De pronto, el público simpatizó con el lobo, gracias a la magistral interpretación de Manuel el “Loco” Valdéz (La caperucita roja, 1960) que opacó a la naciente estrella infantil María Gracia; quien por cierto se retiró después de esta trilogía. 

El mundo occidental comenzaba la exploración de su lado obscuro. Antes, el 18 de enero de 1960, la famosa revista Time publicó en portada “Kansas: The Killers”, una historia sobre el atroz asesinato de una apacible familia, sin motivación alguna. Ya nada sería igual. 

Después de la investigación, captura y ejecución de los dos asesinos, Truman Capote publicaría el best seller “A Sangre Fría” (1966) que lo lanzaría a la fama, por reconstruir tan entrañablemente la psicología de los asesinos, principalmente Perry Smith; por lo que se rumora que ambos tuvieron una relación. 

Esta locura hecha novela y luego película, pronto encontró simpatizantes e imitadores. Es cierto que Jack “el Destripador” fue antes, en el siglo XIX; que Peter Kürten “el vampiro de Düsseldorf”, fuera ejecutado en 1931. Pero la fascinación, el nuevo periodismo y la televisión llegaron puntuales a la cita en los 60, para profundizar en la maldad y sus motivaciones. 

Comenzaron las series policiacas, como Los Intocables, donde se sacralizó a los gangsters, como Al Capone y Frank Nitti. En el cine no podemos reprochar el arte de Mario Puzo (escritor) de Francis Ford Coppola (director) y de Marlon Brando (actor) en El Padrino (1972) y su saga. Así el monstruo comenzó a tener rostro humano. 

Si bien el cine mexicano contribuyó con villanos adorables, como Carlos López Moctezuma y Miguel Inclán, las telenovelas lanzaron grandes antagónicos, centrales en la trama, como Enrique de Martino (Ernesto Alonso) y Catalina Creel (María Rubio) ya en los años 80. 

En esta época nace el término “asesino serial”, en el FBI; un perfil de asesino recurrente y metódico que hizo homenaje a las series de televisión. Después llegaría George Lucas y su saga Star Wars para definir al Lado Oscuro, provocado por la ira, el miedo y el odio, contrario al Lado Luminoso; impulsado por la sabiduría, la nobleza y la justicia. Definitivamente es más fácil ser monstruo. 

El final de la Guerra Fría terminó con la amenaza global de morir por la bomba atómica, para cambiarse por la más cercana y posible muerte del entorno violento. Esto trajo en México, junto con la guerra televisiva, los famosos programas de nota roja: Ciudad Desnuda, Duro y Directo, Cerezo Rojo y otras linduras que terminaron por un acuerdo entre el Presidente Ernesto Zedillo y las televisoras. Pero el aviso se dio: el monstruo puede estar en todas partes. 

Llegó entonces la narcocultura y su ambigua moral, ya que al principio sólo producían y exportaban la droga; pero luego este cáncer se apropió de todas las formas de delincuencia, haciendo apología de sus riquezas, extravagancias y códigos de conducta. El monstruo se volvió respetable y admirable. 

¡Claro!… ¿Y cómo no querían que surgieran aquí las escuelas de Criminología y Criminalística? Un plan de estudios que al empuje de la demanda hizo licenciados medio psicólogos, medio médicos y medio sociólogos, que al menos ya están en algunas fiscalías locales. 

Entonces se juntaron la criminalística y la fascinación para hallar al Monstruo de Ecatepec, un caso enorme donde todos los medios han mostrado su mejor talento para investigar, escribir, producir, recrear y actuar ese lado humano; que ya no sabemos si todos lo tenemos, o si es bueno o malo confrontarlo. ¿Tú te atreves? Después de esto ya veo al lobo del “Loco” Valdez con rasgos de pedofilia.

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