DOS ESTRELLAS DEL CINE ¡ENTERRADAS VIVAS!

JOAQUIN PARDAVE Y HOWARD HUGHES, LEYENDAS DE GLORIA, TERROR Y FOBIAS

Seguramente tú,  como  muchos de nosotros has disfrutado de las películas en blanco y negro de la Era de Oro del Cine mexicano, aquella de maravillosos actores, bellas divas y personajes entrañables en grandes escenarios. Algunas películas fueron tremendos dramones familiares hechos para llorar, y otras para reír.  Pues bien, la historia que a continuación te vamos a relatar trata de un famosísimo comediante cuya final motivó asombro y espanto. 

Resulta que a mediados de 1950, los medios reportaron una trágica noticia: El muy querido actor, compositor y productor de cine Joaquín Pardavé había fallecido a causa de un  letal derrame cerebral. Con gran tristeza, entre lágrimas y aplausos el medio del espectáculo y el público lo despedirían en su última morada, el  panteón Jardín de la Ciudad de México. 

Pero su leyenda no terminaría ahí,  pues además de ser recordado de ser del creador de grandes personajes como: “Don Susanito Peñafiel” o “El Baisano Jalil”; su nombre provocaría un profundo terror y fobia entre quienes años después conoceríamos la continuación de su historia; y es que según cuenta la leyenda, se tuvo que exhumar su cuerpo para recuperar el testamento que se dice, estaba guardado en el saco con el que fue enterrado; para sorpresa, estupor y horror de quienes abrieron su ataúd, el cuerpo de Pardavé se encontró boca abajo, y la caja presentaba señales de haber sido desesperadamente rasguñada…

Entonces surgió la tesis de que el actor había sido enterrado vivo y que su muerte había sido tan solo aparente; pues no se le había detectado el padecimiento llamado “catalepsia”, cuyos síntomas son un estado biológico en el cual la persona yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos vitales, cuando en realidad se encuentra viva. 

Los familiares del genial comediante Don Joaquín desmintieron categóricamente la historia, y el hecho de haber sido diagnosticada su muerte a causa del derrame cerebral, confirmarían el hecho; pero lo cierto es que en el imaginario colectivo la horrible fobia a morir y ser enterrado vivo y el pánico a quedar encerrado en espacios muy limitados o claustrofobia, permanecería ahí, a nivel popular y en los posteriores terremotos de la ciudad de México, en los años 1957, 1985  y 2017 serían ampliamente padecidos.

Otra de las grandes leyendas provocadas por el padecimiento de alguna fobia es la que nos une a la historia de Howard Hughes, quien fuera llamado “el último gran magnate estadounidense”. 

Howard nació millonario como rico heredero de una  familia petrolera tejana , pero su ambición y natural colmillo para los negocios lo llevaría a financiar y producir su primera película, de  las cuarenta que lograrían, ser grandes  éxitos hollywoodense desee 1920, hasta 1957. 

Mas tarde se involucraría en el naciente negocio de la aeronáutica comercial y fundía la empresa TWA. Su pasión por volar lo llevó a diseñar sus propios aviones y convertirse en héroe nacional, conquistar varios récords de velocidad y de distancia recorrida por los aires. Pero este pasatiempo le costaría muy caro, pues tras sufrir cuatro accidentes, el 75% de su cuerpo quedó afectado por quemaduras, el corazón se le desplazó y su lóbulo cerebral frontal -el que rige el centro emocional humano y el control de la personalidad- quedó afectado para siempre

Entonces surgió en él una terrible  fobia que durante los últimos años de su vida lo mantendría literalmente “enterrado en vida”, pues el terror que le causaba ser contagiado por algún microbio o virus lo llevo a grados extremos, como el recluirse completamente aislado en el Desert Inn Hotel, en una mansión búnker en Las Vegas, ciudad fantasma que él mismo había colaborado a construir.

Su obsesión -compulsión- fobia se fue acentuando rápidamente y su salud mental cayó en un profundo y oscuro pozo del cual brotó otro padecimiento: la agorafobia, o el miedo a estar en espacios abiertos. 

En los últimos 20 años de  su vida, el  otrora playboy, héroe nacional y multimillonario se transformó en un alma errante, pues Hughes decidía mudar abruptamente de residencia y así vivió en las  Bahamas, Nicaragua, Canadá, Inglaterra o México; lugares en donde tomaba precauciones extremas para garantizar la privacidad absoluta. Su ultima morada fue en Acapulco, en donde falleció vestido con una simple bata completamente alejado de todo mundo, incluso de su familia, pero custodiado a lo lejos por un ejército de guardaespaldas y enfermeros.  Su fobia a ser contagiado por gérmenes o misofobia nos trae un triste recuerdo en estos tiempos pandémicos. 

¿La moraleja? En la película de la vida real, el estrellato a nadie le asegura un final feliz. Y si tu crees estar exento de padecer fobias o le tienes miedo a ser uno de ellos, pues te tenemos noticias, la fobia a padecer fobias existe, y se llama fobobia…

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