NUESTRA METAMORFOSIS EN EL ENJAMBRE DIGITAL

EL PADECER KAFKIANO DE LA SOCIEDAD .COM

El nacimiento aún lejano del sol, el cielo gris y rumoroso; los nidos sacudidos por la brisa del alba y la mañana socavada tras el letargo de la madrugada… las ventanas crujen y las avenidas comienzan a congestionarse. Los furiosos pitidos de los conductores marcan el inicio del nuevo día. La gran metrópoli despierta y apura a aquellos que aún siguen amodorrados y en el limbo: pues en la sociedad del tercer milenio, el tiempo es dinero y el dinero es el rector del tiempo.

La impecable costumbre o filia que nos mantiene atados a nuestra rutina (ya sea el trabajo o la escuela), es un proceso de resistencia que se gesta como motor de nuestra propia lucha. Pues diariamente hacemos esfuerzos mínimos por mantenernos a flote: desde levantarnos de nuestra cama, hasta agasajarnos en el vagón del metro para llegar a tiempo. 

La angustia y la celeridad que nos exige él mismo ritmo de la vida, acaba por fundirnos en un llamado de socorro y descanso; más, una vez regenerada nuestra energía, nos montamos de nuevo hacia la rutina implacable de nuestras minúsculas vidas.

Mas yo te pregunto afanado lector: ¿Qué harías si un día no pudieras levantarte de la cama, pues tus piernas ahora son pequeñas y tienes numerosas antenas viscosas? O, ¿Qué harías si al ver a tu familia, no encontraras en ellos el alivio y consuelo que buscas; sino el desprecio y repudio más inconcebible que jamás hubieses imaginado? Pues todas estas cavilaciones, como seguramente ya habrás adivinado, pertenecen a la paradigmática obra maestra del gran poeta checo Franz Kafka. 

Kafka replanteó las bases tiritantes de la sociedad en decadencia, y enfatizó gravemente las repercusiones psicológicas que pueden aquejar a un sujeto al borde del colapso. El excesivo trabajo que consume y enajena a Gregorio Samsa, es un fiel reflejo del devenir actual de la masa proletaria: pulverizada por la burocracia, hasta el punto de perderlo todo, – inclusive su forma física-.

El alma ennegrecida del poeta, pudo haber tomado ese matiz en los fuegos ensordecedores de la Gran Guerra, y como consecuencia, aquel hombre raquítico y enfermizo de una familia rural judía, daría forma en 1915 a una de las obras disruptivas en la historia de la literatura universal.

La metamórfosis o Die Verwandlung -en su traducción original-, constituye no sólo un paradigma existencial de la sociedad contemporánea, sino que también profiere y expone, la resolución fatal del individuo deshumanizado: absorto y absorbido por el estado fallido y la omnipresencia digital.

La transformación de Gregorio  Samsa, un hombre común  y corriente protagonista del relato, que en lo que podemos imaginar es un patudo escarabajo, es un suceso fantástico, extraordinario, que  inaugura la literatura del absurdo, un género que  hasta la fecha  conformará una irónica pero muy real “metamorfosis” en la cultura universal.

Y es que Gregorio es el reflejo de un nosotros workahólico y al mismo tiempo agorafóbico que vivimos que el filosofo alemán sur coreano Byun-Chul Han, ha denominado a la sociedad del enjambre digital. Tan enajenados por cumplir con la costumbre, que hemos olvidados los pequeños placeres del vivir; y en esta transformación para la gran mayoría, no fue hasta que la pandemia llegó, que nos vimos reducidos y limitados en nuestras acciones convirtiéndonos en agorafóbicos profundamente dependientes del internet.

Bajo la tutela de la salud, todos cambiamos nuestra forma de vida y nos adaptamos a esta “nueva normalidad”. Pues, tanto el empleado como el patrón, así como el maestro y el alumno, se vieron disminuidos a un nombre de usuario y una foto de perfil en la red.

Hoy por hoy, en la era donde las videoconferencias suplantan las juntas de trabajo y las llamadas se atienden en pijama, el trabajador moderno crea una filia por la comodidad de su entorno; y a su vez, desarrolla una fobia por salir y entablar contacto físico. Es por ello, que habría que preguntarnos, hasta qué punto estamos perpetrando nuestra propia condición humana y cómo la implantación de “las medidas sanitarias”, rige y pretexta nuestras vindicaciones por el mundo real: pues ésta nueva y moderna metamorfosis, no sólo nos lleva a cargar un caparazón en la espalda, sino que nos conduce a escondernos por gusto propio en él.

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