Ante la aparición de cada fenómeno o invento de la comunicación, la reacción de la humanidad ha sido más de entusiasmo, pero con algo de miedo. Justo hace 200 años, el periodismo rompió cadenas en México, recién lograda la Independencia, y sin la Santa Inquisición, la sociedad mexicana iniciaba su vida civil, a través de la pluma de grandes sabios, como Lucas Alamán, José Joaquín Fernández de Lizardi, José María Luis Mora, y otros tantos que lo mismo hacían periodismo, literatura y política.
Semanarios y periódicos mexicanos, a la par de todo el mundo, publicaban diversos temas: ciencia, historia, poesía, arte y vida cotidiana; buscando lectores entre mujeres, niños y jóvenes. ¿Hubo insanas manipulaciones y mentiras en este medio, símbolo de la modernidad? ¡Claro!.. Pero la competencia entre varios periódicos siempre mantuvo la cordura social.
A mediados de ese siglo XIX surgió en París la fotografía; un invento que por primera vez captaría imágenes sin la subjetividad de un dibujante. Gracias a ella el periodismo tuvo ilustraciones de casi cualquier persona o lugar del mundo. ¿Hubo reservas contra este invento? ¡Claro! Por eso hubo dibujantes que se hicieron pintores e inventaron una corriente artística: el Impresionismo.
La fotografía se hizo movimiento y surgió el cine documental, con sus salas de espectadores a reventar, viendo la vida real de ciudades en todo el mundo. ¿Hubo entonces filmaciones falsas? ¡Claro!… así surgió el cine de ficción.
En plena época dorada del cine mudo llegó la radio, que como diría Ortega y Gasset “unificó al hombre masa en su vulgaridad y prepotencia”. ¿Hubo quienes se aprovecharon de este invento? ¡Claro!… y fueron los mismos que guiaron a sus masas hacia la guerra: Benito y Adolfo, se llamaron.
Vino la televisión y los teóricos de la comunicación, Harold Lasswell y Charles R. Wright (1954) después de ver a tanta gente sentada por horas frente al aparato “descubrieron” la función del entretenimiento: “Actividad destinada primordialmente a distraer a la gente, independientemente de los efectos instrumentales que pueda tener.” ¿Se horrorizó la audiencia ante tal manipulación?. Ajá; ricos y pobres corrieron a ponerse a merced del entretenimiento.
¡Peor aún!… Hubo un tiempo “autoritario” en que el contenido de la radio y la televisión estaba dirigido hacia diferentes grupos y estratos de la sociedad mediante la sofisticada técnica llamada “programación”; y hasta hubieron teóricos mexicanos (gurús internacionales) como don Miguel Sabido, quien seguía los “crueles” dictados de la segmentación mercadológica y el consumo.
”Sabido” esto, ¿hubo resistencia? ¡Uy sí, cómo no! Surgieron zombis devoradores de telenovelas y sitcoms monstruosamente largos, productos como el famoso “Chavo”, que después de 20 años de transmitirse cotidianamente, llegaron los primeros millenials y preguntaron: Y eso… ¿te da risa, papá?
Entonces vino la película Mátrix (Wachowski, 1999) para denunciar la alienación humana, que prefiere vivir conectada al sueño confortable (pastilla azul) sobre la dura, pero libre, realidad (pastilla roja). ¿Nos dio horror el futuro de vivir pegados a las máquinas? ¡Claro que no! Y si es pantalla gigante, o refrigerador lleno, mejor aún.
En plena explosión de las redes sociales (2014) Snowden nos advirtió sobre los “Cinco Ojos” (agencias de EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) que espían a todo el mundo, roban datos y los utilizan violando la privacidad, amenazando la libertad y la democracia. ¿Alguien siquiera recuerda quién es Snowden?
Lo cierto es que gobiernos, compañías y crimen organizado utilizan todo lo que subimos a Facebook e Instagram, buscando enriquecerse o empobrecernos. De acuerdo con el reporte Risk Based Security, en 2019 se detectó que 15 mil millones de datos estuvieron expuestos, lo que generó un incremento de delitos cibernéticos del 284%, en comparación con el año anterior y cada año es peor. ¿Eso les da miedo a los usuarios y por tanto dejan de publicar?.
Ante cada nuevo invento o fenómeno de la comunicación, siempre habrá paranoicos que huyen de ser perfilados; pero son más los locos que persiguen la fama, que ya no son 15 minutos (como dijera Warhol) sino algunos likes. Ahora resulta que nuestra vida se mide en datos y son lo único valioso que tenemos, para los demás.