Se suponía que Internet era un modelo para una sociedad verdaderamente libre, justa, igualitaria y democrática. Sin embargo, a lo largo de los años se ha hecho evidente que Internet no es realmente justo y democrático. El mundo en línea es realmente sólo un reflejo y un paralelo del llamado mundo fuera de línea. Es decir, que para las mujeres prevalece la misoginia, la marginación y la violencia.
Aunque en gran medida, el Internet se ha convertido en una herramienta que fomenta los derechos humanos y ofrece una vía propicia para promover libertades, expresar ideas, asociarse, conectarse y ejercer creatividad e innovación; existe una brecha digital de género: es decir, una inferioridad que tiene la mujer con respecto al hombre en el acceso a este tipo de información, educación, habilidades y al conocimiento de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
A nivel global, la mitad de la población mundial aún no tiene acceso a Internet, según el último informe de la Internet Society (2020), son las mujeres las más afectadas por la brecha digital. Entre las mujeres que si tienen acceso a Internet y adquieren competencias digitales, el informe matiza la discriminación que siguen padeciendo mujeres provenientes de zonas rurales, países en vías de desarrollo, con dificultades económicas, provenientes de familias con ingresos bajos o medios, etc. Más aún en tiempos de pandemia, el entorno digital se transformó en un referente, poniendo en evidencia que el garantizar el acceso a Internet de las mujeres y niñas, el respeto de sus derechos humanos en línea y protegerlos de los riesgos y amenazas es una tarea pendiente.
Históricamente, las mujeres han sido excluidas de disfrutar plenamente la democracia, y el Internet no es la excepción. A menudo son excluidas de los círculos y discursos “tecnológicos”; no se les considera innovadoras tecnológicas, aunque muchas lo son, y habitualmente se les dejan fuera de estas conversaciones. Ciertamente, no es común ver mujeres en la mesa cuando se discuten las políticas de gobernanza de Internet en todo el mundo. Aunque universalmente, sabemos que son las mujeres y las niñas las que tienen significativamente más probabilidades de estar en peligro en Internet.
Según la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones de México, más de 9 millones de mujeres del país se han enfrentado a algún tipo de agresión tecnológica. Y aunque se ha trabajado en generar leyes para salvaguardar la seguridad e integridad de las mujeres con la llamada “Ley Olympia”, aún hay mucho por hacer.
En este sentido, para buscar y hacer efectivo un mundo digital igualitario, se debe garantizar a la mujer el acceso a la información, la no discriminación, la libertad de expresión, educación, participación y alfabetización. De acuerdo al Internet Society, la confianza y el respeto por las libertades individuales en línea y offline, son elementos esenciales para lograr el desarrollo humano, económico y social.
Es así como la comprensión profunda del uso de las TIC para el empoderamiento de las mujeres, hará que desaparezcan brechas en el conocimiento a nivel global. Necesitamos lograr que las mujeres usen la red como herramienta para la transformación y el cambio social. Que se construya paridad y participación en todos los aspectos y diálogos para lograr democracia y eliminar el analfabetismo digital.
La voz de las mujeres también se debe priorizar en línea.