POSVERDAD, GHOSTING Y LINCHAMIENTO MEDIATICO

DEL ODIO ANONIMO A LA CATARSIS MASIVA

Caminando por las calles de un hermoso pueblito de Oaxaca, pude observar una costumbre algo tétrica, pero muy curiosa. Deteniendo el tránsito, una procesión de dolientes acompañaba a un ataúd rumbo al destino final de un muerto y atrás del cortejo fúnebre, un grupo de 20 mujeres o más, lloraban, gritaban y se lamentaban de una manera que partía el alma. Conmocionado por tal demostración de tristeza me acerque a una de estas mujeres para preguntarle: “¿Quién murió, por qué tantas lágrimas?” A lo que la buena mujer respondió: “No lo sé, a mi solo me invitaron para llorar y gritar detrás del cajón, mi oficio es ser plañidera”. 

Sirva esta anécdota como analogía, quizá un poco burda, para explicar cómo esta ancestral costumbre de sumarse grupalmente a la procesión y llorarle “al muerto” o peor aún, matar a pedradas al pecador, ha trascendido al ámbito digital.

La expansión de la comunicación a través de las redes sociales ha señalado una nueva forma de amplificar el mensaje de cualquier persona. Este fenómeno social ha significado un avance en la llamada democracia digital, y esas son buenas noticias para los grupos  y colectivos con causa social.

El lado negativo de este fenómeno, está marcado por lo que los especialistas han llamado POSVERDAD, definiendo este término como la era en donde: “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”.  

Esto explica la creciente proliferación de “fake news”, el uso y abuso de las redes sociales como “arenas públicas”, en donde dos personas con puntos de vista distintos establecen una lucha verbal “a muerte”, cuyo objetivo no es convencer a otros, sino denostarlo, humillarlo e insultarlo, evitando que las políticas de dicha red lo censuren o castiguen. Pero quizá la secuela más deplorable y cobarde de esta era de la “posverdad”, es el “GHOSTING”; o sea, el lanzar a las redes y a la opinión pública una noticia, un suceso o  una narración acusatoria sin sustento probatorio, ni una investigación formal; o simplemente, una mentira bien articulada que llegue en el momento oportuno a quienes lo creerán sin ni siquiera investigarlo, contrastarlo e incluso, sin haber leído o analizado la nota o el comunicado de principio a fin. Ellos no dudaran ni un instante en emitir su opinión, agregarle su experiencia personal,  su código de creencias  y todo el odio o rencor acumulado, transformando todo esto en catarsis.

El odio y la mentira venden más que el amor  o la verdad, y este tipo de noticias son el material que ciertos medios de comunicación  buscan con gula para convertirlos en  tópicos de moda, acumular visitas, seguidores y monetizar sus sitios pintando de rojo y amarillo las pantallas mediáticas y las  vidas  de quienes acceden a estos sitios.

Y cuando pasa la noticia o el tema de conversación, van quedando como despojos las vidas, trayectorias, logros, reputaciones y carreras  truncadas; destrozadas y destinadas al olvido y al basurero de la historia. Difamaciones y mentiras a modo, hechos, dichos  y sucedidos que jamás fueron verificados, pero que al haber sido un trending topic, dejan huellas permanentes no solo en los buscadores de la red, sino en la  memoria colectiva. 

Es una pena que en estos días en los cuales la gente tiene más acceso a la información, cada vez menos se ocupen de verificar, profundizar y contrastar los hechos y las opiniones. 

Vivimos en una nueva “era del terror”, como aquella que caracterizó  a la Revolución Francesa cuando el tirano Robespierre mando a matar a miles de franceses, acusados injustamente, o no. 

Robespierre murió con el mismo instrumento de ejecución que tanto uso: la guillotina, que corta cabezas a mitad de la plaza pública ante el grotesco regocijo de los mirones; o como expresara el genial director del cine neorrealista italiano, Pier Paolo Passolini: “Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante que ocupa el poder, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, de llegar a ser… ante esta antropología del ganador, de lejos, prefiero al que pierde”. 

https://latam.casadellibro.com/libro-posverdad/9788437638690/7247408

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