Desde un punto de vista muy objetivo, el “ser mexicano” es una circunstancia que tiene más que ver con el destino, la suerte o la educación elemental, que con la voluntad; aunque como ya lo expresara con mucha vehemencia Chavela Vargas -una icónica cantante de temas rancheros nacida en Costa Rica- “los mexicanos nacemos donde nos da la “rechingada” gana”.
Sin embargo, el ser mexicano es un sentimiento inherente que más allá de nuestra diversidad, nos une y enorgullece; o si no, tratemos de explicarnos ¿por qué en una noche de 15 de septiembre, ante un plato de pozole, al sonar del mariachi, o en un caso extremo, cuando “retiembla en sus centros la tierra” y nuestro espíritu solidario nos convoca grupalmente a salir al rescate de nuestros hermanos y hermanas en desgracia, descubrimos que sí, siempre sí, somos orgullosamente mexicanos ¡Y que viva México!
Pero para definir lo que representa la mexicanidad antes que nada hay que diferenciar muy bien los conceptos “patriotismo”, “nacionalismo” e “idiosincrasia”.
Explicado de una manera muy breve, el patriotismo se refiere al amor por la nación, con énfasis en sus valores y creencias, elementos culturales y sociales. Es un sentimiento de identidad y lealtad.
El nacionalismo, por su parte, es una construcción social de raíces políticas que se relaciona con la nación de la que una persona forma parte. La unidad, en el pensamiento nacionalista se da a través de la ideología que el estado o sus gobernantes en turno promueven como una forma de doctrina colectiva.
La idiosincrasia se define como el conjunto de ideas, pensamientos, comportamientos, y actitudes de un individuo, o un colectivo, en relación a otro individuo o determinado grupo ajeno.
La mexicanidad toma elementos de estos tres conceptos plurales, para conformar la idea que cada persona tiene acerca de lo que significa “ser mexicano”; y en los matices que cada quien adopta o aprende lo mexicano encuentra esa diversidad que muchas veces es contradictoria.
Pero vayamos por partes: el amor a la patria es un común denominador de cualquier mexicano, no así la ideología política colectiva que propone el nacionalismo; pero la brecha se hace mas amplia cuando se trata de las costumbres y comportamientos de los grupos que integran a nuestro pueblo mexicano.
El hecho es que, desde mediados del siglo XIX, en el periodo posterior a nuestra Independencia, la mexicanidad surge como una necesidad política de vincular a una población tan diversa, como desigual en sus orígenes, cultura y condiciones de vida. Y aun cuando el concepto de mexicanidad tuvo éxito y logró penetrar casi de forma homogénea en nuestra cultura colectiva, la diversidad, la desigualdad y las contradicciones permanecieron subyacentes en la idea de “ser mexicano”.
Muchos científicos, filósofos, sociólogos, psicólogos y todo tipo de intelectuales han tratado de analizar aquello que nos define como mexicanos… Pero el hecho es que nunca se han puesto de acuerdo y siguen generado polémica; pero coinciden en que los rasgos positivos más comunes es que los mexicanos somos generosos, cálidos y buenos anfitriones; ocurrentes, intuitivos y soñadores; perseverantes y valientes; alegres y festivos; resilientes y orgullosos.
Pero en la parte negativa, coinciden en que reprimimos nuestras emociones, y aun teniendo una cultura marcadamente machista, nuestra madre es intocable y es el máximo objeto de un respeto y adoración pues tradicionalmente las familias mexicanas se caracterizan por tener un “exceso de madre” y ausencia de padre; los mexicanos nos caracterizamos por ser impuntuales y despreocupados; el “ahorita” es un hueco en el tiempo que no se puede medir, y muchas veces, no sucede; y esta actitud también ocurre con nuestra forma de comunicarnos, ya que no damos nada por sentado, hasta que alguien nos lo expresa verbalmente o nos lo reclama.
Nuestra capacidad de encontrarle una solución inusual, ingeniosa o ventajosa, desgraciadamente nos define, pues se dice a manera de frase popular que “existen tres formas de conseguir algo: a la buena, a la mala… o a la mexicana.”
Pero para reflexionar acerca de lo que significa la mexicanidad, me parece que hay dos frases que aplican a nuestra herencia contradictoria: La primera de ellas la expresó el escritor Jorge Ibargüengoitia y dice: “La verdad es que mientras más enojado estoy con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento”; a lo que idealmente hubiera respondido el genial pintor Rufino Tamayo “Soy muy mexicano, no tiene remedio. A donde quiera que he estado, a donde quiera que he ido, lo que me alimenta es mi México”.