Se dice que los números no mienten y las estadísticas reflejan la tendencia hacia el éxito de un producto; en ese sentido, la industria alcoholera de nuestro país se ha posicionado a nivel mundial como todo un fenómeno, que está conquistando las preferencias de muy amplios sectores de consumidores de bebidas en los cinco continentes.
Quizá esta sea una forma algo técnica, fría y formal de describir uno de los grandes logros de la industria nacional que están marcando la tendencia global: El tequila: la bebida nacional por excelencia; la cerveza; el producto mexicano que más se exporta; y el mezcal, el destilado que está llevando su espíritu autóctono y artesanal a los paladares más exigentes el planeta.
Hoy por hoy están invadiendo los mercados internacionales, y ya se puede hablar sin temor a equivocarnos, de la existencia de un nuevo ”efecto tequila” en donde México es el protagonista.
Lo cierto es que este fenómeno mundial que nos llena de orgullo, ha tenido que transitar por caminos nada fáciles de recorrer; y el primero de ellos es el reconocimiento del valor a nuestras tradiciones, en el caso del tequila y el mezcal; y de la gran capacidad de nuestra industria cervecera para elaborar, distribuir y comercializar a nivel mundial productos que no solo compiten de tú a tú con marcas globales; sino que han logrado posicionarse con tanto éxito que este año México es considerado el principal exportador de cerveza en todo el planeta.
Sin embargo, detrás del éxito cada una de nuestras orgullosas bebidas nacionales, hay historias de esfuerzo y superación de varias generaciones, y miles de mexicanos decididos supera cualquier frontera:
Comencemos por narrar la historia del tequila, cuyo nombre proviene de la palabra náhuatl Tekilan que significa “lugar de los trabajadores”; y es considerado como un símbolo de nuestra cultura nacional. El origen del tequila tiene raíces prehispánicas, su denominación es de origen, y su zona de cultivo es considerada por la Unesco como un Patrimonio Cultural de la Humanidad. La industrialización del tequila y sus cinco variedades data del año 1873, y es en estos tiempos cuando debido a la tendencia a sobrevalorar las bebidas de origen europeo este producto de agave es destinado al consumo “populachero”, pero al paso del tiempo logra superar los prejuicios sociales; y gracias al impulso del cine y la música vernácula su fama llega a Hollywood y de allí salta hacia el planeta entero como icono nacional.
En cuanto a la cerveza se refiere, la primera empresa que produce en México esta bebida se inaugura en 1542 en el poblado de Amecameca, y al principio no tuvo mucho arraigo popular, pues en aquellas épocas se acostumbraba el consumo del pulque, `pero es durante la última década del siglo XIX cuando se crea en Monterrey la compañía Cuauhtémoc; la primera cervecería industrial a gran escala y desde entonces, a la fecha la “chela” mexicana ha conquistado no solo el mercado nacional, sino que está presente en 180 países.
Por su parte, el mezcal de agave cuenta una historia de mas de tres siglos; y aun cuando durante mucho tiempo fue considerado un producto no solo olvidado, sino también menospreciado por su origen popular, la nueva cultura de revaloración de nuestras tradiciones lo ha convertido en toda una moda y tendencia mundial. Quizá la opinión que mejor lo define es la expresada por destacados especialistas en el tema quienes coinciden decir que “el mezcal no es una bebida para emborracharse a la ligera, sino que cuando tomas una copa de este maravilloso destilado, en realidad estas disfrutando del depurado producto de 7 a 35 años de antigüedad; que compite con los mejores cognacs o whiskys del planeta; y no casualidad que en el año 2020 el mezcal fuera reconocido por el Beverage Testing Institute, compañía especializada en análisis y reseñas de bebidas, como el destilado más puro del mundo.
¿Así o más claro? No cabe duda que nuestras bebidas nacionales son producto del espíritu emprendedor, competitivo, pujante; y por supuesto, del tradicional amor a lo nuestro que nos da identidad… Y como dijera el gran filósofo Juan Gabriel frente a una copa de tequila: “Es maravilloso ver que las fronteras son tan sólo líneas pintadas por los hombres. El amor viaja libre por el mundo”.