Aceptémoslo… para ninguno de nosotros es extraño observar a nuestro alrededor y darnos cuenta que el alcohol es algo que forma parte de nuestras vidas; para muchos es una relación amor y odio con la bebida.
En muchos sentidos vivimos rodeados de rituales con relación al alcohol: En “el pre, el post o el after”, “el desempance”, o cuando armamos “algo tranqui” o “un reventón épico”; en todo ello el común denominador es el consumo de bebidas alcohólicas.
Beber es un ritual tan antiguo como la civilización humana; y se tiene registro que el primer destilado alcohólico es de origen chino, y data del año 7000 a. C.
Los antiguos egipcios ya consumían cerveza; los etruscos y griegos tenían festejos dedicados al vino; los romanos armaban “Bacanales”; los cristianos integraron al vino en su liturgia; y de este lado del Atlántico, los antiguos mexicas, tenían su propia bebida, el pulque “la bebida de los dioses”.
Sin embargo, el beber no es “divino”, sino bastante profano, por lo menos para la fisiología del ser humano, pues a nivel individual el etanol o alcohol etílico es una sustancia tóxica que provoca graves efectos en prácticamente todo nuestro organismo; y a nivel social es un grave problema de salud global que no respeta géneros, edades, ni estratos sociales.
Sin embargo, no me cansaré de mencionar que el ABUSO de alcohol NO es ADICCION, son dos cosas muy diferentes que, pues según las teorías del muy respetado Dr. Elvin Morton Jellinek (1890-1963) fisiólogo, investigador, experto en bioestadística y creador del concepto de la enfermedad del alcoholismo; “el alcohol no es un problema para todos, el problema es que no sabemos quiénes por pura estadística pasarán de ser consumidores a abusar del alcohol y de ahí a una adicción”.
En su libro “La enfermedad alcohólica” (1960), el Dr. Jellinek detalla un “antes y un después” en el hábito de beber, y establece la “Tabla de la Alcoholomania”, según la cual hay cuatro etapas, cada una de ellas con una serie de fases y síntomas característicos.
Pero es muy claro al advertir que quien pasa de la fase 8 no volverá nunca a beber normalmente. Dichas etapas son:
- Fase pre-alcóholica, donde se utiliza el alcohol para aliviar los estados emocionales displacenteros.
- Fase prodrómica, en la cual aparecen síntomas de forma lenta y progresiva.
- Fase crítica, cuando no queda otro recurso y aparece la incapacidad de interrumpir el consumo una vez iniciado, ya hay pérdida de control y cambios de humor.
- Y Fase crónica: donde hay un colapso generalizado de funciones, y la muerte
La línea es muy delgada donde hay múltiples factores, incluyendo el genético, que van a marcar la diferencia; pero más allá de la diversidad factorial, en lo personal me gusta referirme a ello con el siguiente ejemplo:
“Presiona por mucho tiempo las teclas de una caja fuerte al azar y en una de esas se abre”.
Sí, esta caja se abre, estás en un problema mayúsculo, donde tu vida será diferente; y si te dijeron que el problema con el alcohol se mide por la cantidad que bebes y frecuencia de consumo, te engañaron.
Por otra parte, según apunta la revista Addiction Research & Theory la percepción popular de los distintos tipos de bebedor es:
- El abstemio total o “Bambi” , el cual no consume ninguna bebida alcohólica.
- El bebedor “Mary Poppins” que al consumir alcohol se vuelve divertido…hasta que se comienza a elevar y pierde el control.
- El bebedor todo terreno o “La Roca” que aparentemente no sufre ningún cambio cuando ingiere bebidas etílicas, lo cual es una falacia.
- El bebedor “Bob Esponja”, el cual bebe sin medida ni restricción, hasta que muta en “Transformer” y “se le sale el monstruo”; ese que destruye amores, amistades, familias, carreras y reputaciones.
Sí, beber es un placer, hasta que se convierte en una tortura… Es urgente crear la conciencia de que beber no es un ritual iniciático: ni de adultez masculina, ni de liberación femenina, pero quizá el mayor problema es que la primera copa se bebe a los once años de edad y ahí comienza la metabolización de alcohol en el organismo en un cerebro que no alcanza su maduración, hasta los 23 años aproximadamente.
Créeme en ningún momento estoy intentando que dejes de beber o qué no bebas nunca, pero sí que evalúes que hay un riesgo siempre.
Ojalá tengamos la oportunidad de encontrarnos en el camino y saludarnos cordialmente; ya sea en un café o en un antro o en uno de esos “grupos” donde no se toca ningún instrumento.
Y tú ¿Qué tipo de bebedor eres? Escríbeme y seguramente tendremos una magnífica charla.