ÍDOLOS MEXICANOS DEL DEPORTE

¿QUÉ ES Y DE DÓNDE VIENE UN ÍDOLO?

El juego siempre ha acompañado a la humanidad, como una forma de diversión que pone en funcionamiento varias habilidades físicas y mentales para lograr un fin. Solitario o en grupo, los juegos han regalado momentos de felicidad en todas las épocas y civilizaciones.

En el México prehispánico el juego de pelota fue esa destreza física que se volvió fascinación y a la que se dedicaron ciudades enteras, como Cantona (Puebla) con cientos de canchas. Tula ofrece la cancha más grande del mundo prehispánico. La cancha más alta (aunque habría que confirmar que fuera eso) está en la cima del Monte Tláloc (Edomex) a 4,180 msnm. 

Por todo Mesoamérica, desde Chihuahua, el altiplano, ambas costas y la península de Yucatán, han aparecido cientos de aros de piedra y canchas de diferentes tamaños, de este juego, con reglas y sentidos diversos, que unió a culturas rivales, diferentes en avances, potencia militar o esplendor artístico. Un juego que los conquistadores europeos, aunque lo regsitraron, lo prohibieron por ser “idolatría”.

Así, desde sus ancestros, los mexicanos hemos sabido idolatrar a un juego y sus jugadores, antes de que naciera el deporte como tal, hasta el siglo XX. Será por eso, que aunque hayamos tenido destacados triunfadores, no todos son ídolos. Definir a un ídolo deportivo en México tiene que ver con la popularidad de su deporte, la admiración que despierta en el pueblo, la simpatía que irradia y las expresiones que le devuelve a su fanaticada. 

Los principales ídolos mexicanos han provenido del boxeo y la lucha libre, quizá por la naturaleza combatiente de estos deportes; después el futbol, por su popularidad, y habría que discutir -sin restar sus méritos- si algunos deportistas alcanzan a ser ídolos. 

El boxeador Raúl Macías, el “ratón” fue un ídolo sin discusión, a pesar de haberse retirado a los 24 años, con un bronce panamericano (Buenos Aires 1951), un sexto lugar en Juegos Olímpicos (Helsinki 1952), un campeonato nacional (1954) y un efímero campeonato mundial (1955-1957). Sus peleas paralizaban a todo México cuando se transmitían por la radio, pues todavía no llegaba la televisión. 

El Santo, Rodolfo Guzmán Huerta, es y seguirá siendo el máximo ídolo (luchador o lo que sea) de todos los tiempos, gracias a las historietas, a sus 52 películas surrealistas y a las pocas transmisiones de sus luchas y programas de televisión. Le siguieron otros ídolos: Blue Demon, Huracán Ramírez, Tinieblas, pero ninguno como él. 

Hugo Sánchez, el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos, no termina de ser un ídolo, aunque su personalidad no le ayuda (y al parecer ni le interesa). Por el mismo tipo: Carlos Vela. Cuauhtémoc Blanco, con muchos menos logros es más ídolo, aunque arrastre su prestigio en la política. El narrador “Perro” Bermúdez es más ídolo que muchos futbolistas. 

Otros ídolos mexicanos (si se necesita especificar sus deportes no lo son): Luis Villanueva “Kid Azteca”, Rubén Olivares “el púas”, Fernando Valenzuela “el toro”; Julio Cesar Chávez; Rafael Osuna “el pelón”; Raúl Ramírez; Rafa Márquez “el Kaiser de Michoacán”; Juan Manuel Márquez “el Dinamita”, Javier Hernández “el Chicharito”; entre otros.

Pocos olímpicos: Humberto Mariles, Joaquín Capilla, Raúl González, Paola Espinosa y Rosario Espinoza… Ojalá fueran ídolos: Lorena Ochoa, Paola Longoria, Iridia Salazar, Ernesto Canto, Carlos Girón… En camino de serlo: Oribe Peralta, “Checo” Pérez…

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