MOBY DICK: DE ARPONES Y CATASTROFES

EL HOMBRE CONTRA LA NATURALEZA: UNA BATALLA SUICIDA

La monumental obra maestra de Herman Melville (1819-1891), Moby Dick, es la exposición novelesca que más parece asimilarse a la naturaleza perversa del ser humano. Aunque hoy en día Moby Dick sea asociado con cuentos infantiles o con películas taquilleras, los detalles de la obra original de Melville, conservan esa particularidad que sólo se encuentra en los grandes libros.

El tercer hijo de un seno familiar marcado por el protestantismo calvinista sería el encargado de nutrirse entre embarcaciones y archipiélagos, de suficientes vivencias y anécdotas para elaborar una obra fundamental de la historia de la literatura universal.

Once años después de publicar su primer novela Tapi: Un edén caníbal, Melville en estrecha relación con Nathaniel Hawthorne, daría al mundo uno de los más precisos ensayos, no sólo sobre la gran embarcación del Pequod, sino también, sobre la enferma obsesión del hombre por el dominio de la naturaleza: una terrible catástrofe humana.

La búsqueda fulminante por destruir la naturaleza, es sólo un reflejo fiel de nuestra necesidad de acaparamiento. El avasallar todo a nuestro paso (siempre y cuando sea más “débil”), es una inocua interpelación de una sociedad que busca subsistir y dominar a toda costa. 

El origen literario del gran cachalote blanco, lo podemos encontrar en el arquetipo del Leviatán: la bestia de los mares y la significación de todo el mal existente para el cristianismo; o según el Talmud, el terrible dragón marino que sucumbirá en el Armagedón bajo el fin del mundo y con el fin del mal. 

El narrador es el joven Ismael, un marino mercante que busca junto con el arponero polinesio Queequeg y el autoritario capitán Ahab, la gloria inmortalizada en la persecución de Moby Dick, en la isla Nantucket, Massachussets. El nudo nace al conocer la historia del capitán Ahab, quien perdió su pierna en un intento fallido por cazar a Moby Dick. La novela se desarrolla y permite conocer la pureza en el impulso ofuscado de los tripulantes. 

En 619 páginas (varía), la creación maestra de Melville pareciera para algunos, un exquisito y tedioso compilado biologicista cetológico; motivo por lo cual, al ser publicada en 1851, su venta como novela fue muy mesurada. Pero desde fines de siglo XIX, las interpretaciones de la obra no cesaron. Una semiótica masónica toma como referencia la obra de Carlo Collodi, Pinocho.

Con la nariz creciendo y los pasos truncos por sus mentiras, la vida de Pinocho toma un giro inesperado al ser devorado por una ballena, y como Jonás, permanece tres días en aquel abismo negro en compañía de su creador Geppetto. El interior de la ballena es una paradoja del gabinete de reflexiones masónicas, el VITRIOL: “Visita el Interior de la Tierra y Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta”. Tal vez Melville quiso dotar a la ballena de un significado único que hasta la fecha seguimos desenmarañando. Finalmente, en una biografía acerca del póstumamente recompensado autor Herman Melville,  Robertson-Lorant diría en 1996 que “Una persona que no simpatizase con el escritor podría caracterizar a Melville como un novelista fallido que tenía un trabajo gubernamental de bajo nivel, bebía demasiado, interrumpía sin piedad a su esposa sobre las tareas del hogar, la golpeaba ocasionalmente y distraía a los niños con su comportamiento impredecible. Un observador comprensivo podría caracterizarlo como un genio poco apreciado, un visionario, un pensador iconoclasta, un idealista estadounidense sensible y huérfano, y una víctima de una sociedad cruda y materialista que devoró en vida a artistas y visionarios y escupió sus huesos. Melville era ambos, y más”.

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