¿Cuál es el origen de la vida? Alrededor de esta incógnita fundamental para explicar el desarrollo de la gran diversidad de especies en nuestro planeta, han surgido innumerables teorías que, desde muy variadas perspectivas, ofrecen respuestas que aún no han sido plenamente confirmadas por la ciencia.
Una de las hipótesis que más revuelo ha causado en la comunidad científica es la de la “panspermia”, que desarrolla la idea de que la vida se originó en algún punto del espacio exterior y llegó a la Tierra para evolucionar; pero ¿cuál fue el vehículo que trajo la vida a nuestro planeta? Y ahondando más en esta teoría surge la pregunta ¿este hecho fue producto de la casualidad, o es parte de un plan implementado por inteligencias superiores de origen extraterrestre?
Luego entonces, así como la vida fue “sembrada” en la tierra ¿cabe la posibilidad que los seres humanos seamos parte de este experimento alienígena?
Lo cierto es que la diversidad de especies animales y vegetales que integran nuestro ecosistema terráqueo son el resultado de miles de millones de años de evolución, que muy probablemente dio inicio a través de un proceso de quimiosíntesis, o sea la producción biológica de materia orgánica a partir de moléculas de un átomo de carbono.
Hace 2,500 años el filósofo griego Anaxágoras fue el primero en desarrollar la hipótesis que expresaba que las formas simples de vida derivadas de carbono, estaban en todas partes del universo, y que efectivamente viajaban como semillas sobre meteoritos que caían en cuerpos celestes lejanos, y de esta forma llegarían a la Tierra.
Resulta sorprendente que hasta hace unos cuantos años los investigadores de la Universidad de Princeton lograron demostrar el transporte interplanetario de micro organismos y que solo es posible si los planetas están lo suficientemente cerca entre sí; y lanzaron la teoría que sugiere que Marte es el planeta que permitió la vida en la Tierra gracias a su atmósfera marciana temprana, ya que en su período inicial era más habitable que nuestro planeta; aunque debido a una catástrofe cósmica la vida en el planeta rojo se extinguió, y quizá este sería el fin de una civilización muy avanzada que decidió viajar a la Tierra para “sembrar” la vida y darle continuidad.
Y esta idea toma sentido ahora que la humanidad, millones de años después de la catástrofe marciana, ha logrado un desarrollo tecnológico que le permite realizar viajes espaciales y tratar de colonizar otros planetas llevando la vida hacia lugares extraterrestres, como Marte.
La teoría de que la panspermia no surge de la casualidad, sino de un plan dirigido deliberadamente por una civilización avanzada no es una teoría conspiratoria más; sino el resultado de las investigaciones científicas del ganador del premio Nobel Francis Crick, y del destacado bioquímico Leslie Orgel; y partir de esta hipótesis se ha desarrollado otra teoría que también resulta asombrosa, sobre todo por el hecho de fue resultado de una investigación publicada en el año 2013, en la revista de investigación Icarus, en la cual el físico Vladimir Sherbak y el astrobiólogo Maxim Makukov revelaron que tras analizar el ADN humano llegaron a la conclusión que este había sido creado con tal precisión matemática, que tan solo cabía la posibilidad de que nuestra especie fuese desarrollada genéticamente por seres de otro sistema solar; y para apoyar esta teoría expresaron que “la simple disposición del código revela todo un conjunto de patrones aritméticos e ideográficos en lenguaje simbólico. Además, implica el uso de notación decimal y transformaciones lógicas que son precisas y sistemáticas”.
Por supuesto, estas declaraciones han sido muy cuestionadas por la comunidad científica y se les ha asociado con la teoría conspiratoria de los “alienígenas ancestrales” que es percibida más dentro de la esfera de la ficción, que de la ciencia.
Sin embargo, las incógnitas permanecen en el aire: ¿La vida en la Tierra es producto de un plan extraterrestre? ¿los seres humanos somos un experimento genético alienígena?
A “ciencia cierta” aún no hay nadie que se atreva a confirmar o negar rotundamente que nuestro origen y nuestro destino están en las estrellas… Y tú ¿qué opinas?