La promesa de una reencarnación y la persistencia del alma es uno de los conceptos fundacionales de las grandes religiones ancestrales.
Esta idea que se asocia con la espiritualidad, también tiene repercusiones en otro tipo de creencias, en la esfera del esoterismo y el planteamiento de teorías conspirativas, que intentan dar una explicación alternativa a todo aquello que nos resulta inexplicable como la existencia del alma humana.
Históricamente hablando, Platón fue uno de los primeros pensadores universales que abordó el tema de la reencarnación y en su obra Fedro, describe cómo el alma humana, de acuerdo con el descubrimiento de la verdad que haya alcanzado, nacerá en un tipo de cuerpo o en otro.
La hipótesis de la reencarnación es controversial y sin embargo entre las más referenciadas, está la del cristianismo pues la resurrección de la carne es el premio que indica la esperanza en una vida eterna después de la muerte, de una nueva vida para toda nuestra persona, en todas sus dimensiones y que el sacrificio y penitencia hechos durante la vida terrenal, serán recompensados por este ente maravilloso. Ciertamente, no se puede decir que no ocurre, ni obtener evidencias concluyentes de lo contrario.
No obstante, en todo el mundo y a través de la historia hay asombrosos registros de infantes que de manera espontánea refieren memorias aparentes de una vida previa y este fenómeno ha sido objeto de innumerables estudios científicos y teorías que apuntan hacia lo paranormal.
De hecho, el Dalai Lama así como los emperadores chinos y otros jerarcas espirituales son considerados la reencarnación de almas ancestrales en un grado supremo de iluminación
Una de las prácticas que se adhiere mucho a la teoría de la reencarnación es la hipnosis regresiva; en donde básicamente, a través de un trance imbuido, te llevan a ver toda tu vida, e incluso vidas pasadas (aterrador, ¿no?).
Pero volvamos a nuestro eje nodal, la reencarnación es la idea de que después de morir volvemos a nacer, en diferentes épocas, razas, países, sexos e incluso reencarnamos en animales, y hasta en otros planetas. Según esta teoría, supuestamente cada uno de nosotros o nosotras, hemos reencarnado en múltiples ocasiones.
La pregunta evidente es: ¿por qué no recordamos nada de esto?
La razón, según esta creencia, es porque el conocimiento de nuestra alma no se transfiere a nuestro cuerpo. Esto es porque si supiéramos, no aprenderíamos de la misma manera. (Dios, ya no quiero ser tu mejor soldado)
Supuestamente, el propósito es que vivamos absolutamente todo y aprendamos de eso. Si eso es cierto, entonces en otras vidas a todas las personas nos han matado o hemos matado; hemos sido buenas o malas personas; nos han robado y hemos sido rateros; hemos sido ricos, pobres, discapacitados, entre muchos otros casos hipotéticos.
¿Acaso eso explicará que siempre estemos cansados? (Broma, obvio).
Eso me pone mucho a pensar en las almas gemelas, o en la gente que ves de la nada y te llama mucho la atención o la gente que al poco de conocerla sientes una conexión muy fuerte. Me resulta fascinante el concepto de haber conocido a alguien por muchas vidas.
También podemos encontrar, que esta teoría apunta a que interactuamos casi siempre con el mismo “círculo” de almas. Por ejemplo, en otra vida, tú mamá fue tu hija, tú hermana pudo ser tu tía o tío; o tu novia, tu novio. Pero casi siempre regresamos con las mismas almas, solo tomamos diferentes papeles, para volver a “aprender”.
Esta hipótesis elimina la posibilidad de un infierno, porque nuestras almas viven las experiencias necesarias para adquirir el conocimiento que nos lleva a la “iluminación.” Pero, ¿qué pasa después de adquirir esa iluminación? ¿Existe una dimensión superior, o por decirlo de otra forma, la ascensión es un proceso cuántico?
En línea con esta idea, la concepción del alma como energía vital que no se destruye, sino que se transforma de acuerdo a las leyes de la física y la idea de que los conocimientos, vivencias y aprendizajes acumulados durante nuestra vida a través de la memoria se pueden convertir en data binaria nos llevan a pensar que la reencarnación si es posible a través de la intervención de la tecnología.
Dicho de otra manera, estamos a punto de decretar “la muerte de la muerte” y el amanecer de la eternidad posbiológica.
Pero ante este escenario ¿Reencarnar es un premio por nuestras virtudes o es un acto de suprema soberbia -ese pecado capital que engendra todos los vicios- y por lo tanto nos hará merecedores de un castigo divino? Este puede ser un buen tema para echar a rodar nuestro pensamiento conspiranoico…