Los humanos somos graciosos. Nos da miedo que “todo se acabe” pero celebramos los cumpleaños, que no son más que una cuenta regresiva de que cada vez nos queda menos tiempo en la Tierra. Nos aterran los apocalipsis, pero terminamos decepcionamos cuando por ejemplo, en el 2000, 2012, 2020 y demás años en donde se predijo el fin del mundo, éste no se acabó.
Según el sociólogo Gustave Le Bon “En el alma colectiva se borran las actitudes intelectuales de los hombres y, en consecuencia, su individualidad. Lo heterogéneo queda anegado por lo homogéneo y predominan las cualidades inconscientes”, y dirás ¿eso qué significa? Bueno pues, significa que estamos mucho más cómodos y a salvo pensando en masa, por lo que, naturalmente terminamos adaptándonos a lo que dice la mayoría.
Lo desagradable de esto, es que vivimos en un mundo que gracias a la globalización y la tecnología hace que sepamos demasiado de los demás, de las otras mayorías, de las otras masas. Y entonces terminamos envenenados con las constantes noticias de guerra, muerte, inconformidad, corrupción y desesperación. Si a eso le sumamos que las generaciones de nuestros padres y abuelos vivieron épocas donde la información no era tan vasta, terminamos creyéndoles cuando nos dicen que “los tiempos de antes eran mejores”.
La humanidad está a solo 100 segundos del apocalipsis, lo más cerca que ha estado nunca, según el Reloj del Apocalipsis o Doomsday Clock, que básicamente es un reloj simbólico que existe desde 1947 por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, Estados Unidos, que usa la analogía de la especie humana estando siempre “a minutos de la medianoche”, donde la medianoche representa la destrucción total y catastrófica de la Humanidad.
Originalmente, la analogía representaba amenazas como guerras o uso de armas nucleares, pero se ha ido actualizando con posibles peligros para la humanidad como son el cambio climático, los desarrollos tecnológicos y las pandemias. Con esta información no dudo que incluso tú, querido lector, hayas caído un poco más en la desesperanza.
Pues te traigo noticias, sí, como bien se mencionó antes, hay muchas cosas en las que vamos “peor”, pero la constante percepción de que todo va mal y que el mundo se va a acabar es eso: una percepción. Nadie habla de que nunca antes había existido tanta riqueza, expectativas de vida y democracia. Nadie dice que históricamente, la raza humana es actualmente menos violenta que como lo fue durante todo su paso por el planeta. Que los temidos avances tecnológicos también han permitido que la gente deje de morir a los 38 años -como ha inicios del siglo XX-, y que ahora la esperanza de vida se calcula en 70 años.
Que a pesar de vivir pandemias globales como el Covid-19 (6 millones de muertes a nivel global), no se ha llevado ni la mitad de gente que se llevó la Peste en sus tiempos (75 – 200 millones de muertes aproximadas). Y te parecerá increíble, pero a pesar de todo lo que nos dice la agenda noticiosa, la pobreza mundial ha disminuido del 68.7% a un 20%; Y a diferencia de tu abuelo que dice que “en sus tiempos estaban mejor”, tu abuela agradece que tú -si eres mujer- ya puedes votar, y en general puedes elegir si quieres estudiar, casarte, viajar, todas las anteriores o ninguna. E -incluso no estés de acuerdo, pero no lo digo yo– no es que en sus tiempos no hubiese homosexuales, si no que a ellos les metían tanto miedo que no podían ser libres de tener una identidad sexual porque los mataban.
¿Ves como en la mayoría de cosas que individualmente nos afectan “estamos mejor”? Qué gracioso que nos atormenten con problemas que en su mayoría se controlan desde los grandes gobiernos y los poderosos empresarios y que rieguen sobre las masas la culpa de que el mundo se esté acabando en cada mini apocalipsis que nos acecha. Tal vez sea más fácil controlar desde el pánico, -hemos hablado de ello en nuestros textos pasados ve a buscarlos ahora mismo- ¿no crees?
Además por diseño de fábrica siempre estamos a la defensiva, protegiéndonos de los peligros en el que está por supuesto el morir, cosa que viene incluida en el paquete “fin del mundo”. Entonces básicamente estamos destinados a vivir en el miedo, a menos de que le perdamos miedo al miedo y entendamos que morir no está taaan mal, si llegamos a ese momento con la firme consciencia de que disfrutamos lo que pudimos ¿no?
Tal vez ese es otro tema…