ALBUR: ESE “INCOMPRENSIBLE” LENGUAJE

LA PICARDIA MEXICANA Y SU PROFUNDO DETRÁS

Si tu entendiste el mensaje secreto implícito en el subtitulo de este reportaje, pues ¡felicidades!, esto quiere decir dos cosas: la primera es que tienes un fino olfato para comprender los dobles sentidos, y la  segunda, es que seguramente tienes el “gen mexicano” que culturalmente te hace sensible a reaccionar hacia este tipo de expresiones de origen llamadas “albures”. 

Es  un  hecho que el albur es toda una incógnita para quien no ha nacido  en este país, y una prueba  de ello es que algunas publicaciones, como el portal BBC News Mundo advirtió al turista internacional que visita México que se deben de utilizar palabras  con mucho cuidado y detenimiento, como por ejemplo  “chile”,  “vara” o “papaya”; y al respecto de estas dos últimas palabras ejemplificó que la construcción gramatical de una frase en donde se utilicen las dos,  puede ser motivo de sarcasmo por parte de un mexicano. La publicación detalla que  al escuchar decir “tu papá ya está grande” se podría leer como “tu papaya está grande”;  y la respuesta inmediata “y su mamá es avara… es tacaña” se podría interpretar como “mama esa vara… esta caña”; claro está, dependiendo de la entonación y las pausas o sílabas  entre cada palabra.

Lo cierto es que los lectores que no sean hispanoparlantes latinos se han de haber quedado en las mismas… De hecho, en  los diccionarios de  la Lengua Española relacionan al albur con el “calambur” o “la figura literaria que se caracteriza por la reagrupación de sílabas o palabras con la finalidad de modificar el significado de una oración, así como, ocultar un doble sentido.”  Y para explicar ello la página hispana significados.com alude a un calambur clásico que se le atribuye al escritor español Francisco de Quevedo, quien se le presentó a la reina Isabel de Borbón, esposa del rey Felipe IV de España (quien padecía de una dificultad motora) y  le  dijo “Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja”. (“Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es coja”).

Sin embargo, una acepción más elaborada se encuentra en el diccionario de mexicanismos, según el cual: “El albur es un juego de palabras de doble sentido que en una conversación sirve para comentar o responder a algo en plan de burla, como en el siguiente diálogo entre un maestro y un alumno: “—Hoy tendremos examen de literatura. ¿Vienen preparados?— Uy, maestro, con muchas ganas de que nos haga usted un examen oral de Los de abajo”, donde los de abajo, título de una novela de Mariano Azuela, alude maliciosamente a los testículos.

El mexicanísimo  lenguaje del albur ha sido objeto de innumerables  análisis y tesis. El portal larisamagazine.com detalla que “exactamente no se sabe cómo se originó este juego del doble sentido; algunos dicen que surgió durante la conquista para que los indígenas mexicanos pudieran burlarse de los españoles con frases incomprensibles”. Hay fuentes que se “remontan más para atrás” (sin albur) y  explican que el uso del albur tiene un origen prehispánico, pues los pueblos indígenas originarios eran, además de muy agiles verbalmente hablando, bastante ingeniosos y socarrones, con una aptitud muy clara hacia la risa y la burla.

Uno de los grandes estudiosos de la mexicanidad,  el premio Nobel de Literatura, Octavio Paz , define al albur como una suerte de esgrima verbal en donde “cada uno de los interlocutores, a través de trampas verbales y de ingeniosas combinaciones lingüísticas, procura anonadar a su adversario; el vencido es el que no puede contestar, el que se traga las palabras de su enemigo y  el perdidoso es poseído, violado, por el otro. Sobre él caen las burlas y escarnios de los espectadores”.

Pero lo cierto es que para “alburear” correcta y eficazmente no se necesita un estudio especializado, aunque para aquellos que lo deseen, ya existe un Diplomado de Albures promovido por el Instituto Nacional de Bellas Artes; pero para quienes deseen cursar un “doctorado” en el  tema les  recomendamos acudir al Mercado de Tepito y contactar a la “maestra” Lourdes Ruiz, reconocida como “la reina del albur” y será fácil reconocerla pues, imparte clases de “albures finos”,  tiene un puesto de ropa para bebé, en donde se le escuchar gritar, ante la risa de quienes lo entienden “le pongo barato un mameluco para su chiquito” ¿Usted le entendió? ¡Pues yo Tampico!

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