LA COMEDIA COMO GUARDIÁN DE LA DEMOCRACIA

EL ARTE DE LA RISA, DE GRECIA PARA EL MUNDO

“Los megaricos (grupo étnico griego) residentes aquí, reclaman por suya la comedia, como engendro de su democracia.” Aristóteles, La Poética. 

El ser humano es altamente propicio a la solemnidad, al poder, a la soberbia y por lo tanto, al ridículo. Cada vez que cualquier ser humano se sube en dos ladrillos (¡dos tortillas!) siente que el suelo ya no lo merece, que requiere otras cosas para ser feliz y claro, dar felicidad a los demás. Pero entonces crea un mundo aparte, se eleva, se sublima… Y no es que se caiga; puede seguir en su nube mucho tiempo. Pero desde abajo ¡Cómo nos divierte! 

El sarcasmo y la risa curan cualquier exceso humano. Por eso comedia y democracia tienen la misma cuna; algo que continuamente olvidan los tiranos. Claro que la comedia tiene muchos hijos, como el epigrama satírico, el sketch, la caricatura política, las carpas y ahora el stand-up, donde el cómico se ridiculiza a sí mismo con las tonterías de su infancia, la adolescencia frustrada, o el matrimonio infeliz. ¡Y vaya que es una cura mejor que la terapia! 

Tampoco es necesario llegar a cierta edad para adquirir poder. Un@ niñ@ puede tener mucho éxito jugando “Simón dice”; y de pronto se puede sentir excesivamente gratificad@ si los demás niñ@s le otorgan algún liderazgo. Pueden llegar a ser niñ@s insoportables. El otro camino al liderazgo, es la fuerza.

Los rituales nacen como actos simples, hasta que se imponen como tradiciones: un baile, una acrobacia, un pasito, un gorro o un disfraz; lo que se quede para que lo repitan los demás a lo largo del tiempo. Y entonces, todos solemnes, se muestran orgullosos de sus tradiciones hasta que llega un extraño (el comediógrafo) y les dice: “Qué ridículos se ven”. Y así si los aludidos no son muy inteligentes para darse cuenta y reírse de sí mismos, y entonces se ofenden. 

Por eso los fanáticos, los propensos a sacralizar rituales o personas en el poder, no son receptivos a la ironía, donde el sarcasmo es más oculto, más fino, un reto para la inteligencia. Claro que para aumentar el humor, la comedia exagera los vicios y defectos de los personajes (personas imitadas), por lo que los aludidos se sienten aún más ofendidos. “No es falso, pero se exagera” diría “Vilchis” custodia de la verdad y la mentira. Aunque aún es más triste cuando un ex humorista-caricaturista se vuelve propagandista del poder. 

Acompañando a la comedia está el otro género: la tragedia. Para los griegos sólo existen estos dos géneros; todos los demás derivan de ambos; son subgéneros. Lo que marca a la tragedia es la presencia de la muerte, por lo que es un mensaje de advertencia que debemos tomar en serio. No se debe confundir con el Drama, que es toda historia (tragedia o comedia) que se desarrolla en tres segmentos: planteamiento, desarrollo y desenlace; aunque esto es una confusión que trae a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los EUA: “Drama & Comedy”, en un melodrama.

Lo más “mexicano” y es inevitable, es que toda tragedia se torna en comedia; porque aquello que es más doloroso necesita curarse mediante la risa. Desde tiempos antiguos nos reímos de la muerte cada 2 de noviembre; ya que entramos al duro invierno que seguramente muchos viejos no pasarán. Por eso, las calacas nos pelan los dientes, y los temblores más. Entonces vienen los chistes y los memes de todo lo que al principio nos conmociona; para curar el trauma. 

La farsa es hija de la comedia, una situación de beneficio súbito e inmerecido: como que el protagonista halló un millón de dólares, o es confundido con alguien poderoso, o cualquier divertida ocurrencia del autor. El Siglo de Oro español y Calderón de la Barca fueron prolíficos en crear farsas, a través de personajes mediocres y truhanes que hallaban cualquier engañifa o atajo, con tal de no trabajar: la vida es sueño.

Hoy los políticos son los mejores actores de la farsa, porque prometen solemnemente hacer cosas diferentes a los anteriores y terminan haciendo las mismas o peores… y eso desde hace muchos gobiernos y en todos los países, sin alusiones particulares. Por supuesto la crítica y el sarcasmo siguen haciendo su trabajo. Afortunadamente.

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