“El satanismo es un proceso mental de ser tú mismo, de autopreservación. No implica necesariamente adorar al diablo. La palabra Satanás simboliza la máxima rebelión, no la esclavitud de adorar algo más”.
Con estas palabras, el rockstar Marilyn Manson, fiel devoto de la Iglesia de Satán define la filosofía, el legado y la misión que han hecho de Aleister Crowley un personaje mítico, controversial y disruptor cuyo propósito, según sus propias palabras “no era simplemente escandalizar, sino arrancar brutalmente el sentido de pecado y con ello ser libre en cuanto a pensamiento y doctrina”.
Esta idea que horrorizó a la sociedad tradicionalista de principios del siglo XX al desafiar la creencia de que “Dios es el ser supremo al que no se le debe de cuestionar ningún acto, sino simplemente acatar sus designios divinos, adorarlo, tenerle fe ciega y perfecta obediencia” tuvo graves repercusiones no solo en su tiempo, sino que varias décadas después de su muerte germinaría en el movimiento hippie de los años 60 y los oscuros géneros musicales derivados del rock “duro” que hacen apología del mal , su simbología y la figura de Satán.
Sin embargo, más allá de la leyenda negra y las numerosas historias que lo describen como “El hombre más perverso del mundo”, Aleister Crowley dedicó una buena parte de su vida, sus años de infancia y adolescencia, al estudio de la palabra de Dios y el evangelismo.
Huérfano de padre y madre a muy temprana edad, heredó una gran fortuna, estudio en colegios británicos de gran reputación y logró ser aceptado en la prestigiada Universidad de Cambridge.
En esa etapa juvenil de su vida , alejado de cualquier control familiar, se dedicó a escribir sus primeros ensayos, novelas y poemas eróticos. Allí también empezó a mostrar un gran interés en la magia tras leer el libro “La Cábala”.
Según relata en sus textos biográficos , durante un viaje a la ciudad de Estocolmo el 31 de diciembre de 1896, tuvo su primera experiencia de liberación esotérica “al descubrir que poseía una capacidad mágica que formaba parte de mí. Fue una experiencia dolorosa y terrible a la vez, que me dio la llave del placer y el éxtasis espiritual”.
Esta experiencia “religiosa” lo impulsaría a ingresar a una organización secreta y esotérica en la que se estudiaba y practicaba la magia, la cábala y la alquimia en donde su rápido ascenso y carácter inquisitivo lo llevó a confrontar a los maestros mas encumbrados de la secta, de la que fue obligado a renunciar.
Su siguiente paso seria viajar a Egipto e involucrarse de lleno en el pensamiento hermético, su filosofía secreta, la simbología, el culto y los rituales que invocan a las deidades ancestrales tanto del bien, como del mal.
En una visita al Museo del Cairo y después de pernoctar en el interior de la Cámara del Rey de la Gran Pirámide de Gizeh, tuvo una nueva revelación y según documenta el sitio National Geographic dedicado a la Historia: “Crowley recibió, a través de su mujer, que había entrado en trance, la orden de sentarse en el salón de su apartamento de El Cairo y esperar a que un “dios” le dictara un mensaje. El día 8 se le apareció un ser llamado Aiwass (mensajero del dios Horus), que, según Crowley, era: “El dios oscuro, la Bestia que está más allá del Abismo”. Este personaje le otorgaría un conocimiento perdido que Crowley reflejaría en El libro de la ley.”
En 1907 crearía la organización ocultista Astrum Argentum, A.A. Trece años después Crowley fundó la Abadía de Thelema, en Sicilia, lugar en el que se aseguraba tenían lugar orgías, ritos y todo tipo de herejías y aberraciones, como la experimentación con sustancias alucinógenas, la práctica de la meditación, la sexualidad abierta sin distinción de género y el sincretismo de cultos orientales y occidentales; costumbres que curiosamente serian adoptados y practicados como parte del movimiento contracultural que popularizó el legado de Crowley convirtiéndolo en un icono cultural.
Pero quizá la frase que mejor describe la rebeldía y el pensamiento anti-establishement de Aleister Crowley este influyente y controversial maestro que fue ocultista, místico, alquimista, escritor, poeta, pintor, alpinista, mago y “engendro del mal”, es la siguiente:
“No hay otra ley más allá de “haz lo que quieras”