Cuando vemos las noticias, hay un montón de “maldad” que se muestra en el mundo: guerras, asesinatos, robos, corrupción… solemos creer que hay gente que es “mala” y que debemos castigarla, porque merecemos un mundo lleno de paz, porque los “buenos” somos más. Cuando aquel vecino que era atento, sensible y el esposo perfecto resultó ser un feminicida, que hizo lo inimaginable con el cuerpo de su compañera de vida, en ese momento pasó de ser un humano a ser un “monstruo” o un “enfermo” sólo para justificar que los humanos, la gente promedio, no somos así, no está en nuestra naturaleza ser tan atroces.
Pero eso es una mentira.
Sin duda cosas como el orden social, las leyes y la religión, han hecho que los humanos separemos esos rasgos intrínsecos de aquellos que no “piensan o razonan” como las bestias… los animales, que matan porque no tienen la capacidad de pensar, reflexionar, de sentir misericordia o perdonar. Eso nos separa a la raza humana de ellos, nos decimos todo el tiempo para mentirnos un poco más a nosotros mismos. Pero, cuando vamos manejando inevitablemente se nos atraviesa una voz en nuestra cabeza… “¿Qué pasaría si acelero más y atropello a alguien?”, cuando estamos en la cocina y cortamos los vegetales para la cena familiar, como un susurro en el cerebro nos hace cosquillas la idea “¿y sí uso este cuchillo y me corto la mano, qué pasaría?”, sacudimos la cabeza, nos reímos en voz baja de nuestra propia locura y seguimos con nuestra vida.
Muchos adultos incluso recordarán el miedo que de pequeños sentíamos de saber que Dios, todopoderoso y omnipresente, sabía TODO lo que estábamos pensando y nos sentíamos intimidados incluso en el rincón más obscuro de nuestra mente, alejando todo rastro de pensamiento intrusivo o sintiendo culpa por de pronto dejarlo salir.
Nuestro cerebro tiene la habilidad de pensar en diversos escenarios posibles para poder saber qué podríamos hacer en cada situación. No sólo las personas con trastornos de ansiedad pasan verificando posibles versiones de lo que pasaría si los factores por los que vamos atravesando desencadenan diferentes consecuencias, en realidad es un rasgo instintivo natural que nos ayuda a sobrevivir como especie. Como muchas veces ya hemos hablado de que la mayoría de las cosas que hacemos, las hacemos para premiar nuestra seguridad y existencia.
También tenemos que considerar que la maldad es relativa. Vamos evolucionando a partir de formas biológicas más primitivas hacia formas más sociables y colaborativas, salir de ese molde nos vuelve un “riesgo” para los demás y por lo tanto, malos para la sociedad.
¿Existe realmente el gen de la maldad?¿Hay gente más propensa a ser mala?¿Nacemos malos o nos hacemos malos? Son preguntas que se han intentado responder desde la filosofía, la psicología, biología e incluso la química. No vengo a darte hoy yo respuestas concretas y absolutas, pero si a terapearnos un poco; ya que un pensamiento común es el que explica que, el desarrollo de “la maldad” puede darse tras el hecho de vivir situaciones desfavorables, sobre todo en la infancia, como el abandono o el maltrato y puede ir generando un magma que hace que un día todo ello brote contra los demás.
¿Hay gente que tiene predisposición a ser más “mala” que otra? La respuesta también es ambigua, porque no hay un gen que como tal asegure que tu hijo será medianamente malvado o todo un villano, pero si hay condiciones de la personalidad que pueden permitir el desarrollo de un nivel de conciencia sobre su entorno más limitado. Por lo que sea más difícil convivir en sociedad y adaptarse a las características morales y sociales para ser parte del pueblo bueno. Por eso muchas veces se les estigmatiza -sobre todo- a personas con trastornos mentales, y especialmente aquellos que se relacionan con rasgos antisociales o del espectro autista.
Pero a la respuesta general que me gustaría llegar es que todos tenemos maldad, hacemos el mal y tenemos malicia. Y es humano y muy seguramente aunque quieras evitarlo, para alguien vas a actuar mal, a alguien vas a lastimar sin querer, y tu bienestar siempre incluirá un daño directo o indirecto hacia alguien más. No hay negros ni blancos, somos una escala de grises. No pelees con la parte de tu mente que se burla de que alguien se cayó. Sólo no lo propicies.
La conciencia de ello es lo que marca la diferencia. Todos necesitamos una pequeña dosis de maldad al día.