Si dividimos lo escrito por la humanidad en dos pilas de cuartillas: una con la realidad y otra con la ficción, una apenas rebasaría la altura de una casa (y tendría de edad poco menos de 500 años) mientras que la otra estaría dando su décima vuelta a la luna y tendría miles de años de antigüedad.
En los albores de la Grecia Clásica, Herodoto, padre de la historia, iba paciente de pueblo en pueblo recabando los relatos de las acciones humanas, pero siempre escuchaba que el capricho de un dios, o que Zeus dijo… Se topaba con la tendencia humana a la mitificación.
El duchazo de la realidad apenas comenzó hace unos 500 años, con el descubrimiento de otro continente, la circunnavegación y el intercambio (desigual) cultural. Después llegó el empirismo inglés, el enciclopedismo y el liberalismo francés. El caso es que la ciencia se vuelve un propósito contrario al misticismo religioso, de experimentar, comprobar y registrar la realidad. Pero 300 años son muy pocos en la vida de una especie de 200 mil de edad.
Entre los soportes físicos que registraron la realidad están la imprenta y la fotografía… ¡Vaya golpe de la fotografía! Por primera vez un artefacto retrata la realidad sin la subjetividad de un dibujante. El mundo cambió para siempre: la realidad siguió su registro y los pintores su propio camino, secuestrando la palabra arte, que antes significaba “técnica”, relacionada con la disciplina, la belleza y la perfección, pero que hoy es sinónimo de libertad, provocación y locura.
Gracias a la fotografía se incrementó el periodismo “ilustrado” que llegó a las masas iletradas. Después llegó el cine, que nació documental, es decir realista. Pero el gran medio masivo fue la radio, que además de expandir la voz humana y perfeccionar la dicción de cada idioma, compartió la mecánica de las ideas (las ideologías) y las más locas empresas, que nos llevaron a la guerra.
Pero ahí nació la industria de los medios de comunicación. La radio creó los horarios, segmentó las audiencias, nacieron las agencias de publicidad y la mercadotecnia, con ellas el método que investiga nuestras más profundas fantasías y procura suavizar la terrible realidad; manipulación, también le dicen. El cine ficción y la reina por décadas: la televisión, cayeron en blandito para incrementar la fantasía.
Así la humanidad vive la psicosis de que algunas cosas son reales y otras no. Todo ser cuerdo debe diferenciar las noticias de su ficción favorita, ya sea novela, película, telenovela o serie de streaming. Y hay quienes sugieren omitir las noticias.
En este 2022 murió la reina y me refiero a la televisión, ante la superioridad del internet, al menos en el presupuesto publicitario. ¿Cómo afecta esto a nuestra bipartición cerebral: realidad-ficción? Antes lo que no salía en televisión no existía.
Las personas podían cambiar conforme avanzaban en la vida, hasta que llegaron las redes sociales. Así los veteranos reencontramos a los compañeros de escuela y las nuevas generaciones nunca los soltarán. Genio y figura desde el Facebook hasta la sepultura.
Esta imborrable realidad (que llega a ser acoso) provoca severas huidas de personalidad, a través de nuevas drogas, falsos perfiles, bots, fake news, terraplanistas, posverdades y la polarización, sembrada por candidatos populistas, en varios países, que ofrecen fantasías que (ya probado) nunca cumplen ni cumplirán… Ah y sus fanáticos defensores.
Por si fuera poco la literatura motivacional, que ha invadido las redes sociales bajo el sinónimo de “coaching”, impulsa a sus seguidores a crear y perseguir sus sueños; incrementa el valor de la imaginación y sus fantasías, como fórmula para romper con la realidad no deseada. ¿Así o más mitómanos? Y sus sinónimos: ficción, magia, ilusión, alegoría, simulación, invención, etc.