El sistema que nació en Grecia hace más de 2000 con la maravillosa idea de que el derecho a decidir cómo y quién gobierna reside los ciudadanos en conjunto y a cada persona en lo particular el valor de opinión es igual ante los ojos de la ley .
La democracia demostró ser todo un éxito en Atenas, su cuna y conquisto a los conquistadores romanos y tras la caída del imperio emigró a una Europa feudal que tras varios siglos de oscuridad vio la luz cuando llegó el tiempo del Renacimiento.
Los grandes pensadores, filósofos, economistas e inventores redescubrieron el legado de cultura griega y la democracia se convirtió en el método ideal de lograr el balance justo entre pueblo y gobierno . La democracia se convirtió en una aspiración universal cuando fue enriquecida por los derechos humanos y su pensamiento sello el pacto social.
Cuando llega a América fue adoptada y adaptada para cimentar a la recién nacida nación nortemericana y los países que se independizaron para convertirse en Republicas democráticas.
Asi pasaron 200 años logró sobrevivir a monarquías, regímenes totalitarios, la ola roja, dictaduras y gorilatos.
Al llegar al tercer milenio su brillo se vio opacado cuando el Imperialismo descubrió que autoproclamarse el paladín de la democracia era el pretexto perfecto para invador o intervenir a nivel global.
Con el año 2000 llega el crash digital y los vientos del cambio, ,la nueva democracia digital le hizo sombra. Las dos últimas generaciones cuestionaban el por qué de la democracia pero con la madurez les llegó el momento de integrarse al sistema y la duda se convirtió en defensa de la democracia.
Entonces llega al escenario la generación millenial para repensar y deconstruir las instituciones del gobierno, la sociedad de toda aquello que sospechosamente tuviera un aroma a un engaño comercial o una herramienta cuyo fin era el control social .
La democracia paso de largo en el universo de la redes y las únicas referencias de la democracia eran los escándalos, fracasos y peleas por la ambición y el poder.
El para qué de la democracia se convirtió en rechazo y desprecio.
Los millenials se declararon huérfanos de la televisión y abajito de ella escribieron la palabra democracia `para recordar bien de olvidarse de ella.
Hace uno días la encuesta publicada en la plataforma news.culturacolectiva confirmo demoledoramente las sospechas:
Y para no quede en mi el papel de verdugo o ave de mal agüero, me permito transcribir este epitafio:
La generación millennial, el botín político y electoral que todo político necesita para asegurarse victorias, no cree en la democracia.
Esa es la principal conclusión del estudio que dos académicos, Yascha Mounk de la Universidad de Harvard y Stefan Foa de la Universidad de Melbourne, después de hacer un análisis sobre las actitudes de los millennials en varios países anglosajones.
Los descubrimientos de Foa y Mounk, a publicarse en un artículo en en la reconocida revista Journal of Democracy, resultan sorpresivos, según sus declaraciones.
Utilizaron información histórica para detectar el comportamiento de varias generaciones hacia el gobierno en Estados Unidos, Europa occidental, Australia y Nueva Zelanda y los compararon con las nuevas generaciones de ciudadanos.
Encontraron que los millennials de estas democracias liberales creen cada vez menos en la democracia y en los servidores públicos.
De los nacidos después de 1985, sólo el 30 por ciento de los encuestados calificó la democracia positivamente. La mayoría puso calificaciones entre ocho y tres puntos. La mayoría la describió con la palabra “indiferencia”.
Siete de cada 10 personas que nacieron antes de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, evaluaron con la calificación más alta a la democracia, en una escala del uno al 10. La palabra que más usaron para describirla fue “esencial”.
Los jóvenes que nacieron con el final de la Guerra Fría son aquellos que califican más bajo a la democracia. Además, ven con mejores ojos las posiciones “radicales” por encima de un “consenso”.
Algo que resulta extremadamente preocupante si se considera que sólo una quinta parte de los millennials estadounidenses estudiados, considera “ilegítimo” que los militares tomen el poder en una democracia; ochenta por ciento de ellos no ve con malos ojos que las fuerzas armadas tomen el poder.
Todo indica que con el ascenso de la generación millenail decreto la muerte prematura de la democracia a causa de una enfermedad crónica llamada decadencia.
El destino de la democracia esta en el archivo muerto donde reposan los hábitos inútiles y tóxicos del Siglo XX.
No lo afirmo ni lo niego pero creo en los milagros y en la reencarnación…También puedo aun creer en la democracia como sistema, pero si me preguntan mi opinión de la política …interpreta mi silencio… voy al sanitario a buscar la respuesta correcta.